Dom 09.12.2007

EL PAíS  › EL PLAN DE ALTA EXPOSICION DE MACRI PARA LOS CIEN PRIMEROS DIAS

¿Va a estar bueno Buenos Aires?

El empresario buscará “mayor autonomía” para los policías comunitarios. La “modernización del Estado” y la modificación del régimen de licencias docentes son posibles focos de conflicto. Macri y su gabinete saldrán a los barrios para “tomar contacto con los vecinos”.

› Por Eduardo Videla

¿Qué va a cambiar en la vida cotidiana de los porteños luego de la asunción como jefe de Gobierno del principal referente político de la derecha? ¿Cuáles son los desafíos que deberá enfrentar el empresario y ex presidente de Boca Juniors en su inminente gestión? Las respuestas a estos interrogantes son la clave para definir con qué perfil la ciudad ingresará a la segunda década del milenio, pero también para delinear el futuro del dirigente que pugna por convertirse en líder de la oposición. Por lo pronto, Mauricio Macri ya tiene un plan para los primeros cien días de gobierno, una estrategia de marketing con alto nivel de exposición. Sin la policía bajo su mando, como pretendía, para atender el reclamo de seguridad, buscará una mayor autonomía para los actuales policías comunitarios, unos 600 efectivos que pertenecen a la Federal pero que son financiados por la ciudad. Su desafío será, sobre todo, la necesidad de fortalecer los programas sociales tendientes a la inclusión, habida cuenta de la desigualdad que afecta a los vecinos de los barrios más pobres de la ciudad. Parte de ello es la atención del déficit de vivienda, la postergada urbanización de las villas y los desalojos judiciales que se esperan para los próximos meses. La relación con los gremios no será un tema menor: el proyecto de “modernización del Estado” y la anunciada modificación del régimen de licencias docentes aparecen como puntos de conflicto con los sindicatos del sector. Otros retos: cómo mantener el alto perfil cultural que la ciudad tuvo en la última década sin caer en un enfoque centrado en el turismo, y evitar que sobre sus funcionarios sigan cayendo denuncias por comportamientos reprochables.

Como ya se dijo en este diario en junio, la relación con el gobierno nacional es clave para los temas cruciales de la gestión de Macri: para el traspaso de la Policía Federal, el jefe de Gobierno que asume hoy pretende las partidas que la Nación no está dispuesta a conceder. Para urbanizar la Villa 31 (o erradicar un sector de ese asentamiento) debe disponer de esos terrenos que son de jurisdicción nacional. Y para concluir el anillo vial, que resolvería en buena medida el problema de tránsito en la ciudad, necesita la construcción de la Autopista Ribereña, una obra cuya ejecución tiene bajo llave el ministro de Planificación, Julio De Vido. Sólo por poner algunos ejemplos.

El jefe de Gobierno tiene algo a favor en el arranque: las escasas propuestas en la campaña electoral no han creado demasiadas expectativas, por lo que sólo se dan por seguro el desmantelamiento de la Guardia Urbana y el canal Ciudad Abierta. El cuerpo de seguridad nunca despertó simpatías en la sociedad y su anunciada desaparición no ha generado solidaridades. La discontinuidad del canal, en cambio, logró convocar rechazos en el ámbito de la cultura.

En muchas áreas, ya se sabe, no habrá sorpresas, pues se espera que continúen las políticas que se vienen ejecutando: el plan de obras hidráulicas contra las inundaciones, la extensión de las líneas de subterráneos, la contenerización de la basura, las obras en el Teatro Colón. Las mayores incógnitas, en ese escenario, radican en la continuidad de las políticas públicas en materia de salud, educación y cultura: ¿Hasta dónde la presión de la Iglesia, que vetó a Ignacio Liprandi antes de que asumiera como ministro de Cultura, puede afectar programas como los de salud reproductiva o de educación sexual? Ambos planes están respaldados por leyes, lo que en principio debería garantizar su continuidad.

Como si se tratara de una estrategia de marketing, el macrismo tiene un plan de alto impacto para los primeros cien días de gobierno. Es en este lapso en el que pretende capitalizar el apoyo que consiguió en las urnas. Las primeras medidas incluyen el envío a la Legislatura de los proyectos para la creación de las agencias de Control Comunal (de la que dependerá el cuerpo de inspectores porteños), de Turismo y de Medio Ambiente. Si bien anunció que con su creación pretende “despolitizar” el manejo de esas áreas, cubrirá las primeras líneas jerárquicas de esas agencias con gente de su confianza. Un ejemplo es la designación para la Agencia de Control comunal de Federico Young, quien compartió un seminario con Cecilia Pando, la activista promilitar que defendió el secuestro de bebés durante la dictadura. Para más adelante quedarán los concursos para cubrir cargos en los directorios de esas agencias. En esos primeros cien días, cada dos semanas Macri saldrá a los barrios con su gabinete para “tomar contacto con los vecinos”.

Huérfano de la policía con la que había soñado durante al campaña, el jefe de gobierno ya piensa en organizar de a poco su propia fuerza. “Vamos a insistir en el reclamo del traspaso con recursos, pero eso va a ser un dolor de cabeza permanente”, dicen en su entorno, previendo los resultados. Por eso tienen un plan B, que consiste en negociar con la Nación una “mayor autonomía de manejo” para los 600 efectivos de la Policía Comunitaria, que hoy le cuesta a la ciudad 13 millones de pesos anuales. Hasta ahora, esos efectivos obedecen al Jefe de Policía y al ministro de Gobierno de la Ciudad (a partir de ahora, Ministerio de Justicia y Seguridad). Si el plan resulta, podrían incrementar ese cuerpo policial hasta llegar a los 1000 efectivos.

Si bien adelantó que adoptará medidas para mejorar el transporte público, incorporando por ejemplo autobuses con fuelle, el macrismo no ha dado señales para suponer si tomará medidas audaces para corregir el colapso del tránsito, como la creación de calles o carriles exclusivos, la extensión de la red de bicisendas o la peatonalización de calles en el centro de la ciudad.

Tendrá que resolver dos temas largamente postergados: la licitación del estacionamiento medido, vencida en 2001, y del mobiliario urbano (paradas de colectivos, carteleras y señales), un negocio que representa unos 30 millones de dólares anuales en materia de publicidad.

En el plano social, el ministro que asume en forma interina, Esteban Bullrich, ya tiene diseñado un plan para ampliar del programa Ciudadanía Porteña de 71 mil a 80 mil beneficiarios en un año. “Es de lo mejor que encontramos en la anterior gestión”, elogian en su equipo. Ya tienen programado realizar, en la primera semana después de la asunción, el primer censo de chicos de la calle que se realiza en los últimos siete años, aunque aún no han diseñado un programa concreto para atender el problema. El primer programa que se anunciará es un plan de becas para que jóvenes de 19 a 24 años terminen la escuela secundaria. Aquí también será necesaria la inversión en mejoras edilicias: parte de la deuda que contraerá Macri en el primer año de gestión está destinada a la construcción de hogares y paradores para personas sin techo, de la tercera edad y chicos de la calle.

Macri obtuvo la autorización legislativa para contraer una deuda de 1600 millones de pesos, que deberá destinar exclusivamente a obras públicas: en la nómina que presentó se incluyen 100 millones destinados a viviendas –urbanización de villas, recuperación de conventillos y un plan de viviendas colectivas con ahorro previo–; 120 millones para la red de desagües pluviales; 388 millones serán destinados a la emergencia edilicia en las escuelas y 42 millones a las obras de reformas en el Teatro Colón. Una comisión legislativa liderada por el kirchnerismo vigilará de cerca que ese dinero se invierta en las obras enunciadas.

La “modernización del Estado”, aclaran cerca de Macri, no implica despidos masivos pero sí reubicaciones de personal, lo que, prevén, puede generar situaciones conflictivas. “No vamos a ir al choque. Vamos a concertar desde una posición de fuerza, con el aval que nos dio el resultado electoral”, advierten.

Un conflicto similar puede generarse con los gremios docentes: el mismo día en que fue electo, Macri cuestionó el régimen de licencias del sector. “Debe revisarse, ya que da lugar a demasiado ausentismo”, insisten en su equipo.

Después de estos cien primeros días llegará el momento del balance: habrá que ver si continúa el respaldo del electorado, si se fortalece, o bien se producen desgastes que obliguen a un cambio de rumbo.

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