EL PAíS › REPORTAJE EXCLUSIVO A GRACIELA OCAÑA, MINISTRA DE SALUD
Cree que lo fundamental es combatir la inequidad en el acceso al sistema de salud, destaca la importancia de los centros de atención primaria y adelanta que el Estado utilizará su capacidad para proveer medicamentos y discutir los precios de los aportados por los privados. El papel de los hospitales y de los incentivos a los médicos.
› Por Mario Wainfeld y
Roberto Navarro
El despacho de la ministra de Salud es gigantesco, ornado con cuadros de metros de anchura. Grande y feo, casi una parodia involuntaria de la imagen de lo público. Se lo nota todavía despoblado de signos de identidad, retratos o aun papeles diseminados: Graciela Ocaña acaba de llegar. La ministra habla a su manera, en voz baja, diciendo casi siempre “creo” o “me parece”, aunque trasuntando que esas creencias o pareceres no serán fáciles de torcer. Ejemplifica bastante, menta varias veces a su equipo, apela asiduamente a su experiencia en el PAMI. Es parca para hacer anuncios, se concentra muchísimo en los vericuetos de la entrevista. Hace años que gestiona para el kirchnerismo, conoce sus reglas.
–¿Qué va a hacer? ¿Cambio o continuidad?
–Antes, con cada gobierno, todo se iniciaba de nuevo. Ibamos y veníamos como un péndulo sin llegar a ningún lado, tenemos ahora la oportunidad de profundizar todo lo que se hizo bien, de corregir algunos aspectos y fundamentalmente de hacer lo que no se hizo.
–¿Qué es lo que se hizo bien, qué se debe profundizar y qué retocar?
–La gestión del ex ministro (Ginés González García) tuvo cuestiones muy positivas, como la accesibilidad al medicamento. Como fue en un primer momento (por el impacto que causó en la baja de los precios) la prescripción de medicamentos por nombre genérico. Y todos los programas que implementó para llevar adelante algunas leyes, como la de educación sexual y procreación responsable, sancionada en el 2002, cuando yo era diputada. Son políticas que van a continuar. También hay que corregir algunas cosas. Hubo programas como el Remediar o como la resolución de entrega gratuita de medicamentos que se hizo desde el PAMI, que permitieron que muchos argentinos y argentinas accedan al medicamento. Pero, con el tiempo, las empresas cambiaron su estrategia comercial y eso produjo, a partir de 2005, una nueva suba que produce problemas en la accesibilidad. Habrá que analizar cuál es la estrategia futura para garantizar la accesibilidad a valores razonables de los medicamentos. Me parece central que, en algún momento, se discutan los incentivos que muchas veces las empresas colocan, que no van a la calidad del medicamento y lo encarecen.
–¿A qué incentivos alude?
–Premios, viajes, eso hay que hacerlo más transparente. Si bien ya existen normativas y resoluciones creo que tienen que tener un rasgo más importante. Pero lo fundamental es corregir las inequidades que hoy existen para acceder al sistema de salud. La Presidenta me lo pidió claramente: mejorar la accesibilidad al médico y priorizar aspectos que tienen que ver con la prevención y con la atención primaria.
–¿Por qué atribuye tanta importancia a los centros de atención primaria?
–Porque allí se resuelve la mayor parte de las patologías habituales. Un ejemplo que vimos en el PAMI: en Abra Pampa, los jubilados me reclamaban porque no tenían un médico que estuviera allí. Había pocos médicos que iban determinados días. El PAMI solo no puede garantizar que ese profesional se instale en ese lugar y tenga una vida digna, pero con el esfuerzo del PAMI más el resto del sistema eso se puede hacer. Nosotros hicimos una experiencia interesante en San Juan. Sumamos nuestro esfuerzo, el de la obra social de la provincia, más la propia provincia, y conseguimos que en lugar de que los vecinos se trasladaran a la capital para hacerse atender una vez por semana, fueran especialistas (oftalmólogo, diabetólogo) a la zona.
–Está hablando de algo interdisciplinario.
–Llevar a los centros de atención primaria algunas especialidades que a veces son críticas para la población. Dotarlos de una aparatología adecuada. Me comentaba el doctor Juan Carlos Nadalich, que me está acompañando en esta gestión, que así se hizo en las zonas más alejadas de Santa Cruz. Esa aparatología, que tampoco es muy costosa, permite procesar una muestra de sangre sin que haya un bioquímico, tener los resultados y hacer un primer diagnóstico rápido sin necesidad de trasladar al paciente.
–¿Piensan establecer un sistema de premios para los médicos?
–Es muy importante cumplir con objetivos, y que los profesionales tengan incentivos para llegar a ellos. Que el médico tome ese compromiso, que vaya a buscar a la población. Que no solamente espere a los que llegan o los que están enfermos, sino que coopere para hacer un diagnóstico sobre la salud de la población en general. En el PAMI lo hicimos, ha sido una política interesante. Se ha protocolizado, sobre todo en la atención de enfermedades como la obesidad, la diabetes o la hipertensión en los adultos mayores. Se estipuló el aumento del valor de lo que cobraban los médicos si cumplían ciertos objetivos sanitarios. Creo que es bueno para el médico y para la gente.
–¿Qué debe incentivar el profesional para recibir algún beneficio? ¿Que la gente asista, que la gente se medique, que no se medique?
–El médico tiene una población a cargo. En esa población debe cumplir ciertas metas. Si el paciente es un diabético, que se le hagan una cantidad de controles a lo largo del año, que haya una acción medicamentosa adecuada, que se lo envíe a consulta con el oftalmólogo. Se fija un protocolo de actividad, que es el buen tratamiento de la enfermedad. Entonces, buscamos premiar ese accionar valioso del profesional respecto de su paciente.
–Me cuesta entender cómo se articularían esas políticas, cuando uno tiene que pasar por una prepaga o por una obra social, cómo se hace para premiar a un médico que está a sueldo de la prepaga o de la clínica.
–Eso seguramente es una situación habitual en la Capital o en los grandes centros urbanos, en Abra Pampa es otra la discusión. Hay que trabajar con las obras sociales, en general provinciales. Ya lo venimos haciendo en el marco de la Superintendencia de Salud: empezar a acordar políticas, valores regionales, para tener costos comunes del servicio de salud.
–¿No ganan mal, además, los médicos?
–Venimos de un país donde estábamos en muy bajo estándar, hay que mejorarlo sin duda, hay que discutir el valor de los honorarios médicos, pero también cumpliendo objetivos.
Silencio, hospital
–¿Hay una hipótesis de reforzar la inversión, de construir hospitales públicos, de regenerar algo?
–Ya se están construyendo hospitales en varios lugares del país. Soy una admiradora del sistema de Santa Cruz, con Nadalich recorrimos prácticamente toda la provincia, entramos a todos los hospitales. Es un sistema de salud de calidad, con una hotelería también de calidad, que también es importante para que el paciente se sienta bien. Es un modelo que debe seguirse. Tiene que haber una fuerte inversión y, fundamentalmente, inversión que vaya a lo público y no a subsidios a otros sectores.
–Hay países europeos donde la mayor parte de la sociedad, incluyendo clases medias y altas, prefieren el hospital público al privado. Argentina, en algún caso, tiene un gasto mayor que esos países. ¿Por qué estamos tan mal?
–Hay un sistema disperso, lo vimos en el PAMI. Hay que hacer más eficiente todo el sistema. Una parte importante de los recursos que se invierten en salud tienen que ver con cuestiones administrativas. No van a la prestación médica ni a la atención directa del ciudadano. Los recursos en salud son siempre insuficientes porque estamos hablando de costos crecientes en cuanto a tratamientos, nuevas tecnologías. Pero las deficiencias en el sistema no son exclusivamente de inversión o de presupuesto. Son más un problema de cómo se lleva adelante la asignación de los recursos.
–¿Se podrá lograr que, algún día, la gente prefiera el hospital público?
–Hay lugares en que pasa eso, Santa Cruz es un claro ejemplo. Hay otros, lo hemos visto con el PAMI. En Balcarce, los jubilados no querían atenderse en la clínica privada y sí en el hospital. Pero, si hoy todos los argentinos quisiéramos atendernos en hospitales públicos, no podríamos hacerlo. Esto se puede trabajar. Tenemos que lograr que vayamos menos a los hospitales y vayamos más a la consulta, a la atención preventiva.
–En los centros de atención primaria.
–Exactamente. Para nosotros el médico de cabecera debe ser la entrada a un sistema de salud. Es el médico que tiene asignada una población, debe hacer su seguimiento. Debe tener un ingreso digno, porque, si atiende bien a su población, seguramente va a haber menos problemas en los otros sectores. Es el que sabe, más allá del conocimiento que tiene el especialista, cuáles son los problemas de la salud. La salud no es solamente atender la enfermedad: abarca aspectos sociales, de infraestructura. Es difícil hablar de salud donde no hay agua potable.
–Si le dijera: imagine cómo le gustaría el sistema de salud para estos cuatro años, ¿qué respondería?
–Un sistema de salud basado en la prevención, en la atención y básicamente, que podamos vencer diferencias o inequidades. Que en cualquier parte de la república, cada argentino tenga un tratamiento similar y un sistema hospitalario donde puedan interconectarse historias clínicas. A veces, en el interior, una mujer debe viajar 300 kilómetros para hacerse una mamografía. Tiene que haber un sistema donde haya centros de atención primaria, buenas redes de derivación, no todos tienen que tener todo. Necesitamos un tomógrafo para determinada cantidad de población, no tener cinco donde deberíamos tener uno. Y tenerlo donde lo debemos tener, aunque no sea rentable.
Todo tiene remedio
–¿Puede haber alguna política del Estado más activa, una presencia que le ponga un límite al aumento de los medicamentos?
–Hay que tomar un papel importante. Hay una política de acuerdo de precios, también puede haber otras políticas activas del Estado. Estamos trabajando con el equipo que me está acompañando. De todas formas a mí me conocen como “la Hormiguita”. Me gusta mucho más hacer que hablar. Lo importante es, cuando llegue el momento, comunicarlo. Si no, se generan expectativas previas que no son buenas. El sistema de salud argentino está segmentado en varios financiadores: el PAMI, el Estado nacional, los estados municipales, provinciales, la seguridad social, la plata que cada argentino pone de su bolsillo, el costo que paga a la prepaga. Hay una inversión importante. Es importante que esa inversión tenga un solo sentido y, digamos, una sola política. Cuando llegue el momento la vamos a explicar detalladamente.
–La Argentina está muy atrás de países vecinos, como Brasil, en la producción pública de medicamentos. ¿Tienen algún proyecto en ese rumbo?
Lo estamos analizando porque están los laboratorios públicos. A algunos les falta equipamiento, pero realmente se han hecho inversiones en estos últimos tiempos. Pero muchos están trabajando por debajo de su capacidad de producción, producen en escala reducida, para sectores o para una provincia. Hay que pensar una estrategia para poder proveer medicamentos a amplias zonas del país. Y también hay que concientizar a la población. Por ejemplo, el tema de los hemoderivados. Muchas veces esos laboratorios tienen problemas porque falta el insumo. Hay que hacer campañas como en otros países para que se done más sangre. Entonces, esos laboratorios podrían proveer hemoderivados a todos los sectores públicos del país, podría ser a menores costos.
–Apuntaba a si proyectan aumentar la escala de la producción pública de medicamentos. En Brasil, prácticamente, se abastece al sector público por vía del sector público. ¿Se podría hacer? ¿Se podría articular con el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología?
–Vamos a instrumentar una política de medicamentos a largo plazo. El plan Remediar es a corto y mediano plazo porque es financiado con créditos externos. Y alcanza a sesenta drogas, no figuran medicamentos contra el cáncer o contra la sarna, por ejemplo. El Estado va a utilizar los laboratorios que tiene para proveer al sector público. Hay que ampliar la capacidad productiva y la posibilidad de comercialización. Habrá que articular esta tarea: los laboratorios están bajo la órbita de este ministerio y habrá una doble competencia con el de Ciencia y Tecnología.
–Si crece mucho la producción pública, podría servir para generar precios testigo que condicionen a los laboratorios privados.
–Podría ser una estrategia interesante.
Dentro de la ley, todo
–¿Piensa el Gobierno en un plan de salud, en una ley más o menos cercana, algo similar a la ley federal de educación? ¿O piensan en acciones puntuales y programas que van saliendo? ¿Lo discutió con la Presidenta?
–Hay que trabajar, por un lado, en llevar adelante acciones y programas, pero es imprescindible una ley de salud que pueda blanquear esta situación, toda la inversión que se hace en el sistema y cómo poder cumplir con ciertos objetivos en todo el sistema. Es una gran oportunidad y es una obligación de poder hacerlo.
–Una ley que, de alguna manera, comprometa entonces a las provincias a...
–...al cumplimiento de ciertos objetivos. Que se comprometa a todos los actores del sistema, que no son solamente los estados provinciales.
–Uno ve, a ojo, un sistema de salud muy conflictivo, con gente que padece demoras eternas. O falta de atención o de camas, con maltratos, con prepagas que expolian, con doctores Cureta. ¿Ve esa conflictividad? ¿Imagina sectores con los que va a tener conflictos en gestión?
–Hay una puja de sectores por la mejora en la situación general del país. No tenemos que asustarnos, es algo normal que sucede en cualquier país donde las cosas van bien. Pero también hay muchos intereses dentro del sistema. Creo que tienen que entender que el interés de un grupo no puede ser mayor que el interés de toda la comunidad. Sé que a veces es difícil, yo he lidiado con algunos en el PAMI, pero hemos mostrado que se puede, desde una planificación seria, trabajar con todos los sectores.
–Usted es ministra de Salud, es mujer y no es médica. ¿Piensa que esto le puede aparejar dificultades, discusiones, rechazos, críticas?
–Sí, sin duda. Lo mismo pasó cuando me hice cargo del PAMI, y bueno, está a la vista. La verdad que muchos profesionales en el arte de curar se hicieron cargo del PAMI durante muchos años... y bueno, hoy no puede discutirse que el PAMI ha cambiado. Podrá discutirse en qué grado, podrán discutirse ciertas cosas, lo que no se discute es que el PAMI es otro. Soy politóloga. Como ministra, no voy a atender personalmente la salud. Voy a aplicar las políticas de salud y tengo un muy buen equipo de profesionales sanitaristas. Me gustaría que me juzguen por lo que haga en el ministerio y no me prejuzguen. O, en todo caso, que me juzguen por lo que hice hasta ahora.
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