Alberto Fernández cruzó a Washington y refutó que la Justicia de EE.UU. fuera independiente, como dijo el embajador Wayne.
› Por Martín Piqué
Tras un día de silencio por el caso de las valijas, el Gobierno volvió a acusar a Estados Unidos. Otra vez, como ya habían hecho varios funcionarios del Ejecutivo, imputó a Washington de manipular el caso que comenzó con la aparición de 800 mil dólares en la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson. El encargado de hacer declaraciones fue el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien responsabilizó a “la administración republicana” de Estados Unidos por haber cometido una “trampa procesal”. “Sólo nos queda molestarnos porque lo que se hizo fue evitar que Antonini Wilson venga. Es muy difícil de creer que haya una acción independiente de la Justicia americana, fundamentalmente porque es una acción de fiscales y los fiscales no actúan con independencia en los Estados Unidos”, dijo.
La respuesta de Fernández no se hizo eco de la aclaración que había hecho anteayer el embajador de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne, en una recepción con periodistas. “Los fiscales federales trabajan en forma independiente para hacer cumplir las leyes de los Estados Unidos”, había dicho Wayne. El jefe de Gabinete no le dio mucho crédito. Al contrario, volvió a plantear las sospechas de que el gobierno de Bush habría impulsado por sus intereses políticos las últimas revelaciones del affaire Antonini Wilson. Como argumento, Fernández insistió con que la aparición de los 800 mil dólares había sido denunciada por el propio Estado y que la Justicia argentina reclamó la extradición de Antonini Wilson.
“Estados Unidos sistemáticamente se negó a enviarlo”, se quejó. Luego enumeró ciertos antecedentes sobre el misterioso venezolano que trabajaba para la empresa Venoco. Un hombre que hacía negocios con el chavismo y que al mismo tiempo era considerado opositor por el programa de televisión La Hojilla, de reconocidas simpatías por Hugo Chávez. Un empresario o lobbysta que usaba en forma indistinta pasaporte venezolano y estadounidense. El hoy testigo protegido trabajaba supuestamente para Venoco. No es fácil ubicar esa empresa en el polarizado mapa político venezolano. Pedro Carmona, el fugaz presidente de facto impuesto por el golpe contra Chávez, fue titular de la compañía por diez años.
Venoco es un consorcio de empresas que distribuye sus productos por toda América latina con la rara excepción de la Argentina. Hasta hace pocos años Venoco tenía negocios en la Argentina: llegó a tener una petrolera, Venoco Patagonia Ltd, que tuvo la concesión para explorar petróleo en La Pampa y Mendoza (yacimiento de Gobernador Ayala) pero luego fue adquirida por capitales canadienses (ver recuadro). Ejecutivo de Venoco como Carlos Kauffmann, uno de los cuatro detenidos por el FBI en Miami, Antonini Wilson volvió a estar en el centro de las sospechas del Gobierno. Sobre todo porque Estados Unidos no aceptó extraditarlo, lo protegió en La Florida y le permitió convertirse en un virtual testigo protegido.
Para el Gobierno, los movimientos del venezolano luego de que apareciera el dinero alimentan las hipótesis conspirativas (aunque, en rigor, también es verdad que salió del país sin que lo detuvieran). “La Argentina detectó hace cuatro meses que una persona que venía en un avión que había contratado una empresa del Estado argentino traía 800 mil dólares. La Policía Aeronáutica y la misma Aduana lo detectó e inició las acciones legales, y el señor que traía la valija al día siguiente dejó el país. Entró con pasaporte venezolano y se fue con uno americano. Vino de Caracas y terminó en Miami”, relató ayer Fernández.
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