EL PAíS › COMENZO EL OPERATIVO PARA LIBERAR A TRES REHENES DE LAS FARC
Dos helicópteros de la Cruz Roja partieron a Villavicencio, la capital del departamento colombiano del Meta. Allí esperarán la instrucción sobre el lugar preciso donde se realizará la liberación. Chávez desplegó mapas para mostrar caminos posibles para llegar a los rehenes. Kirchner viajaría hasta la zona en la que se concretaría la operación.
› Por Fernando Cibeira
desde Santo Domingo
“¡Lo que hubieran hecho San Martín y Bolívar si hubieran tenido helicópteros!”, bromeó Hugo Chávez con Néstor Kirchner ayer, poco antes de poner en marcha lo que el venezolano denominó “la primera fase de aproximación” del operativo que debería culminar con la liberación de tres rehenes de las FARC entre hoy y mañana. Los helicópteros en cuestión fueron los dos de la Cruz Roja que salieron desde el aeropuerto de Santo Domingo, cerca de la frontera de Venezuela con Colombia, hacia Villavicencio, la capital del departamento colombiano del Meta. Allí quedaron apostados con su tripulación, que incluyó médicos y enfermeros, a la espera de la instrucción sobre el lugar preciso donde se realizará la liberación. Chávez reveló que si hasta ahora no se concretó la “fase dos” de la operación fue porque el mal tiempo y las dificultades en las comunicaciones no les han permitido a las FARC precisar las coordenadas sobre el punto de encuentro. Ante las dudas de las últimas horas, el delegado para las negociaciones por parte del gobierno de Colombia, Luis Carlos Restrepo, negó que el presidente Alvaro Uribe hubiera puesto un plazo para que se realice la liberación y que seguirían brindando “todas las garantías para que la misión humanitaria se concrete”.
Chávez contó cuál era la traba aparecida en la ahora denominada “Operación Emmanuel”, que viene obligando a nuevas postergaciones y que hasta ayer no se conocía. “Tenemos un problemita que estamos solucionándolo”, explicó. “Aún no tenemos las coordenadas exactas del lugar donde van a estar, o están, Clara, Consuelo y Emmanuel con el grupo guerrillero que los va a conducir”, agregó.
Según su relato, las FARC no aceptan establecer una frecuencia de radio entre él y su líder, Manuel Marulanda, debido a que “hay aviones de Estados Unidos dando vueltas”. “En el momento en que prendemos un radio, a los pocos minutos llegan las bombas”, contó el venezolano que le responden sus interlocutores de la guerrilla. Así las cosas, la liberación de los tres rehenes podría seguir sufriendo postergaciones. Chávez llegó a decir que estaba dispuesto a “realizar operaciones terrestres de búsqueda” en caso de no recibir las coordenadas, aclarando que eso sería en caso de que Uribe se lo permitiera. “Tengo fe en que no hará falta”, concluyó.
En general, se notaba que los venezolanos y los familiares de los rehenes Clara Rojas, su hijo Emmanuel y Consuelo González, eran más optimistas que los garantes internacionales, grupo que incluye a Kirchner y al canciller Jorge Taiana, que todavía percibían algunos cabos sueltos en el armado pergeñado por Chávez.
“Puede ser así como dice él, pero también puede ser otra cosa. Es que dice tantas cosas que al final en alguna la va a pegar”, decía, con sorna, un integrante de la delegación argentina sobre las múltiples salidas imaginadas por el venezolano, quien por estas horas tiene como pasatiempo favorito sentarse frente a mapas e imaginar posibles rutas de rescate, algo que también realizó ayer en plena pista de aterrizaje, en vivo para las cámaras de televisión.
El viaje de Chávez y los comisionados internacionales a Santo Domingo, en el distrito fronterizo de Táchira, fue en alguna medida una manera de calmar la ansiedad de quienes esperan en Caracas que se produzca la liberación, que se viene anunciando como inminente desde antes de Navidad. Salvo Chávez, ninguno de los comisionados –incluyendo un desorientado Oliver Stone– tenía un currículum de experto en helicópteros como para que la inspección que hicieron ayer de las máquinas tuviera algún significado. El venezolano, vestido de militar, boina roja incluida, aprovechó para un despliegue con destellos de show.
Apenas bajaron de los helicópteros de origen ruso MI-17, puso un mapa sobre el suelo y empezó a mostrar con un puntero los distintos caminos posibles que se trazarían hasta llegar al lugar donde se encontrarían los rehenes. En el aeropuerto el clima era pegajoso y, cuando salía el sol, sofocante. El ex presidente Kirchner, a su lado, lo escuchaba y cada tanto hacía algún comentario.
–Por aquí vamos a llegar, Kirchner, sin escalas –le mostró el venezolano.
–Sin escalas –aportó Kirchner.
–Sin escalas –ratificó Chávez.
“¿Tienen alguna pregunta, señores comisionados? Están ustedes muy callados, no quiero ser el único que hable”, siguió. “Marco Aurelio, ¿quieres preguntar algo? ¿No?”, lo invitó al brasileño Marco Aurelio García, el enviado de Lula. Como los comisionados no hablaban los fue presentando de a uno, incluyendo a Stone, a quien burlonamente definió como “el enviado del presidente Bush”. Stone, explicó luego, está desde hace un año filmando por la zona un documental sobre cuestiones humanitarias, así que ayer con sus cámaras estuvo como invitado especial.
“Aquí han venido estos compañeros, apoyando la integración. De Bolivia, de Ecuador, Néstor...”, siguió, de nuevo en referencia a Kirchner. “Cuando yo entregue la presidencia me iré a descansar tres meses, Néstor la entregó hace dos semanas y está aquí en batalla. Y se quiere ir en helicóptero.”
–¿Y cuándo entregás la presidencia? –lo apuró Kirchner, provocando carcajadas.
–I really don’t know –respondió Chávez, apelando al inglés para salir del paso–. Algún día seré ex presidente, tú espera.
El venezolano definió el camino hacia Villavicencio como “dos horas y más hacia el sur, a unos 180 grados”. La capital del Meta, a unos 100 kilómetros de Bogotá, funcionará como centro de operaciones. Se había especulado con que los comisionados fueran hacia allí ayer, pero al no contar con precisiones sobre la entrega, postergaron el viaje para hoy a la mañana. Volarán en pequeños aviones Falcon y, cuando sepan dónde están los rehenes, se internarán en la selva en helicópteros. No es seguro que Chávez participe de la operación –“andaré por la zona”, se limitó a responder ayer–. Quien quiere viajar es Kirchner, que anticipó una vestimenta acorde con la situación, incluyendo un sombrero que sólo utiliza cuando está en su casa en El Calafate.
Transpirados, los comisionados seguían cada vez con más impaciencia los movimientos de Chávez por la pista, respondiendo a periodistas, saludando a soldados o sacándose fotos con quien se lo pidiera. “Me voy a hacer cargo del operativo, vamos”, le dijo Kirchner en un momento. Chávez hizo la venia y se subieron al avión.
De vuelta en Caracas, el venezolano siguió hacia el Palacio Miraflores a ver si lograba recibir las benditas coordenadas, mientras que la comisión argentina, el resto de los comisionados y los familiares de los rehenes se concentraban en el Hotel Meliá, a la espera de que hoy sea el día en el que se produzca la liberación que Clara Rojas –la ex compañera de fórmula de Ingrid Betancourt– que viene esperando desde hace casi seis años, desde que un día de febrero de 2002 decidió no dejar sola a su amiga y acompañarla en la ruta hasta San Vicente. Su madre, también Clara, de 76 años, que camina con ayuda de un andador y se viste como una dama del siglo pasado, está aquí para recibirla.
Dirigentes de la oposición coincidieron, con matices, en advertir que el Gobierno no debe utilizar la participación de la Argentina en la devolución de los rehenes colombianos para “desviar” la atención sobre otros episodios internos, aunque ponderaron la acción humanitaria del caso. La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, consideró “positivo” que Kirchner integre la delegación internacional, aunque ironizó al señalar que el ex presidente fue invitado a participar de esa misión “tipo Rambo”.
Para el titular de la UCR, Gerardo Morales, el presidente Hugo Chávez sigue llevando “de las narices” a Kirchner y destacó que el Gobierno utiliza el tema para “desviar la atención de otros asuntos centrales como la valija de Antonini Wilson o la crisis energética”.
Por su parte, el dirigente del Frejuli Héctor Maya aseguró que si el Gobierno “sobreactúa el caso de los rehenes colombianos con otros fines que no sean los humanitarios, es reprochable”. “Espero que el carácter de la participación argentina en el caso de los rehenes colombianos sea humanitario y si es así, es ponderable”, afirmó Maya.
En tanto, el líder de Recrear, Ricardo López Murphy, reclamó que el Gobierno no utilice la participación internacional de rescate de los rehenes colombianos “para desviar la atención” sobre las derivaciones del caso de la valija con 800 mil dólares del venezolano Antonini Wilson.
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