Mié 04.09.2002

EL PAíS

Un policía detenido por la muerte del adolescente

Martín Suárez fue detenido y golpeado por un robo que no cometió. Al día siguiente murió. Ayer, furiosos vecinos hicieron un escrache a la comisaría. Un sargento y un estudiante detenidos.

› Por Horacio Cecchi

Desde temprano, los vecinos de la calle Armenia, entre José Hernández y Rubén Darío, de Munro, aparecieron sitiados. Vallas metálicas y un ejército de Infantería habían cerrado por completo ambas bocacalles. En el medio de la cuadra, Armenia al 4600, está la comisaría 3ª de Munro. Prevención y experiencia ayer jugaron del mismo lado en las cabezas policiales. Una marcha vecinal de repudio por la muerte del adolescente Martín Suárez, y el recuerdo imborrable del destacamento de El Jagüel incinerado fueron justificación suficiente para los uniformados. “No queremos que nos quemen la comisaría”, confesó un alto funcionario policial a Página/12. Entretanto, la investigación por la muerte de Martín, apaleado después de haber sido acusado de un robo que no cometió, siguió avanzando: el sargento Roberto Sandroni y el estudiante Fernando Greco, fueron detenidos acusados de haber participado en la golpiza.
Sobre la muerte de Martín Suárez, de 17 años, existen dos versiones confrontadas. Una, la de los testigos. Otra, la policial. Según los primeros, Martín se encontraba con unos amigos en la esquina de la casa de su novia, en Acassuso y la colectora de la Panamericana cuando pasó un patrullero. “Los pusieron a todos contra la pared –relató un amigo de Martín–. ‘Vos también’, le dijeron. Un tipo que estaba en el patrullero lo acusó de que lo había asaltado y ahí le entraron a dar, con un palo, patadas en la cabeza.” La novia y su padre salieron al escuchar los gritos y a duras penas lograron detener la golpiza. A Martín lo llevaron a la 3ª de Munro, detenido. Poco después, Oscar Suárez, su padre, logró retirarlo. “Siempre que hay una detención algún cachetazo se llevan”, le dijeron en la comisaría.
La versión policial habla de otro caso: los dos jóvenes que denunciaron el robo reconocieron a Martín, en un grupo de cuatro, como a uno de los ladrones. Los dos policías bajaron para detenerlo. “Mientras palpaban al grupo, contra la pared, uno de los dos civiles bajó sorpresivamente del móvil y le dio uno, dos golpes, no más –sostuvo el comisario Rodolfo Campisi, jefe de zona–. Hasta que los policías los separan. No hubo palos ni nada. Esas son versiones de la gente de la villa Borges. Como los vecinos empezaron a agredir con piedras los llevaron a la comisaría.”
–¿Por qué lo llevaron detenido?
–Por dos motivos: porque lo reconocen y porque es víctima de una agresión y hay que protegerlo –respondió Campisi.
Según la versión policial, “un médico revisó a Suárez y no comprobó heridas. Había estado vomitando, y Suárez dijo que era porque le había caído mal la cerveza”. Una hora y media después, el padre de Martín lo llevó a su casa, después de que una jueza de menores consideró que, al no portar armas ni elementos robados, Martín no era el ladrón. El chico se recostó en su cama alrededor de las 9 y media de la noche. Jamás se levantó. Al día siguiente, apareció muerto. La autopsia determinó que falleció por un coágulo cerebral.
El caso fue tomado por el fiscal de San Isidro, Ricardo Costa. Ayer, tras tomar testimonios, detuvo al sargento Roberto Sandroni y a Fernando Greco, de 29 años de Florida, y estudiante de Antropología becado en Nueva York. La propia Bonaerense corrigió su versión luego de la declaración del estudiante: sí hubo palos, pero los dio Greco.
–¿Y al sargento Sandroni por qué lo detuvieron?
–Se le cuestiona que no hizo nada para evitar los golpes. Pero es bueno que lo hayan detenido. Así hay transparencia –reconoció un superior de Campisi.
A las 19.30, la marcha de escrache a la 3ª partió de Carlos Tejedor al 3500, desde la casa de Suárez. Al frente de la columna de unas 500 personas marchaba Angélica, la abuela de Martín, con una foto de su nieto, los padres de Mariano Witis, Josefina Salgado, Madre de Plaza de Mayo, amigos y vecinos del chico asesinado, y vecinos de las asambleas de Carapachay, Olivos, Saavedra, Munro, Martínez, Florida y Villa Martelli. Aesa hora, Oscar Suárez participaba de una reunión con representantes del ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero.
“Me dijo ‘abuela ya vengo’, y lo retiré de la comisaría con una carita de terror”, lloraba desconsolada Angélica. A su lado, Mercedes Gutiérrez, acompañaba con otra foto, testimoniando que el caso de Martín no es sorpresa para el barrio. “Es mi hijo –dijo la mujer, señalando al chico de la foto–, Osvaldo. Le dicen ‘El Boli’. El 10 de mayo lo levantó un patrullero a las ocho menos diez de la mañana, acá a la vuelta, en Belgrano y Borges. Hay personas que vieron cómo lo tiraban al piso, lo golpeaban y después lo metían en el patrullero y lo llevaron”.
–¿Dónde?
–A la tercera de Munro. Nunca más volvió a aparecer.

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