Mar 15.01.2008

EL PAíS  › ENTREVISTA CON MARIO OPORTO, MINISTRO DE EDUCACION BONAERENSE

“Una escuela que retenga y enseñe”

Desde la Dirección de Educación, Oporto asegura que hay voluntad política de acordar con los docentes y anticipa sus proyectos.

› Por Javier Lorca

La gravedad del dato fue pronto absorbida por el torbellino electoral del año pasado: la deserción y la repitencia en la escuela bonaerense se duplicaron largamente entre 2000 y 2006, según la información oficial. El abandono en la secundaria pasó del 7,1 por ciento a una tasa anual del 16,1. Y la repitencia, del 4,2 al 9,5. En ese crítico contexto, la recién asumida gestión de la Dirección de Educación y Cultura de la provincia, a cargo de Mario Oporto en su segundo paso por la función, plantea desarrollar “una nueva escuela” media, inclusiva y exigente, además de incrementar las horas de clase en la primaria, universalizar la cobertura del jardín inicial y llevar nuevas tecnologías a las escuelas de zonas pauperizadas y aisladas. Claro que antes, ya desde este mes, Oporto deberá afrontar los reclamos de los gremios docentes por mejoras en sus magros salarios.

–Después de un año plagado de conflictos con los docentes, ¿cuál va a ser la política salarial en 2008?

–Hay voluntad política para lograr un acuerdo con los docentes y no llegar al comienzo de las clases con la incertidumbre de un conflicto. Arrancamos bien, dialogando con los gremios, diciéndonos que tenemos voluntad de trabajo conjunto. Uno de los temas más importantes es el salario, pero no es el único. En la paritaria tenemos otras comisiones, como la de salud laboral, en la cual vamos a trabajar a fondo porque quiero bajar el ausentismo docente, pero no desde una idea persecutoria, sino desde la prevención de la salud. Los gremios plantean una agenda con la que coincido: salarios, infraestructura escolar y políticas socioeducativas. Ahora viene lo tenso, ver con qué recursos contamos desde el Estado y si eso satisface sus necesidades... Todo enero vamos a trabajar en las comisiones técnicas. Paralelamente, el gobierno nacional va a estar trabajando con las paritarias a nivel nacional y eso nos va a poner al menos el salario mínimo. El 7 de febrero vamos a tener paritarias, pero para acordar temas ya trabajados. Y espero que para mediados de febrero ya haya acuerdo nacional y podamos llegar al acuerdo provincial.

–¿Por qué una de las primeras medidas que anunció fue el aumento de la carga horaria para la escuela primaria?

–Primero, porque hay un mandato de la Ley de Educación y, segundo, porque lograr más de 180 días de clases es muy difícil, podríamos llegar a 184 o 185, pero no mucho más. Y la gran diferencia con otros sistemas del mundo está en las cargas horarias: cuatro horas por día de clase, por 180 días, dan una carga de 720 horas. Si aumentamos dos horas tres veces por semana, los chicos tendrían cerca de una hora más por día, y pasaríamos las 900 horas anuales, que es lo que tienen los países comparables con Argentina. La idea es poder aplicar las 900 horas, gradualmente, desde 2009. Por supuesto, tenemos claro que no es sólo eso lo que permite mejores logros, pero serviría para que la diversificación de la oferta educativa no vaya en detrimento de matemática, lengua, historia y ciencia. No creo que deba haber mayor carga horaria para aprender más cosas, sino para que los chicos aprendan sólidamente, primero, a leer y escribir bien. Y todo esto hay que acompañarlo con la baja del ausentismo. Para que esté presente el alumno primero tiene que estar presente el Estado, dando condiciones materiales y culturales, y también el docente.

–En la última década se extendió la obligatoriedad de la educación, ahora se proyecta aumentar la carga horaria, pero, a la vez, la escuela continúa expulsando alumnos, con el crecimiento de la deserción y la repitencia. ¿En qué está fallando el Estado?

–La Argentina ha sido exitosa en la inclusión, ha tenido dificultades en la retención y le ha ido mal en los aprendizajes. La obligatoriedad de la escuela secundaria marca el desafío de superar la tensión entre una escuela de calidad para pocos y una escuela para todos donde no se aprende mucho. Somos la primera generación en la historia que ha decidido que todos los adolescentes terminen la escuela secundaria y eso nos obliga a pensar otra escuela, no una escuela selectiva, sino una que incluya y enseñe en forma exigente. El proceso de retención tiene que completarse con el egreso con aprendizaje, que le permita al alumno tener éxito en su vida laboral o continuar estudios superiores.

–¿Qué propone hacer para modificar la tendencia?

–En primer lugar, hay que generar condiciones materiales para el aprendizaje. Cuando hay grandes desigualdades sociales, eso se traduce en grandes desigualdades educativas. La primera desigualdad educativa es que algunos chicos van a jardín de infantes y otros no. Por lo tanto, el primer objetivo que nos planteamos es la cobertura total de la educación inicial. Para eso tenemos que construir en los próximos cuatro años todos los jardines de infantes que sean necesarios para cubrir a todos los chicos de 3 a 5 años de la provincia. Como primera meta, me pongo 200 jardines este año, y ojalá podamos incrementar ese ritmo.

–Dado que la deserción y la repitencia afectan más a los sectores sociales más vulnerables, ¿no habría que pensar políticas educativas focalizadas?

–El derecho social a la educación es un derecho universal, y todos deben tener la oportunidad y la posibilidad de educarse, es ahí donde hay que emparejar. Uno puede tener vacantes para todos los chicos en las escuelas. Ahí está dada la oportunidad. Pero si uno no tiene las mismas condiciones materiales que el otro, va a estar la oportunidad pero no la posibilidad. Hay, por lo tanto, que reforzar a quienes más necesidades tienen. Uno tiene que equiparar sabiendo que la escuela no puede ser la única responsable de la equidad. Si no hay igualdad y justicia fuera de la escuela, es muy difícil que la escuela pueda compensar eso, ni creo que deba hacerlo. Si nosotros logramos organizar un modelo social más justo, la escuela va a tener posibilidades de distribuir con mayor justicia el aprendizaje y los bienes culturales. Yendo a cosas concretas: jardín de infantes y nuevas tecnologías para todos, son claves para cerrar brechas sociales y culturales. La brecha digital es muy grande. Hay chicos que tienen acceso a Internet en la casa desde el inicio de la vida, y hay otros que con suerte tienen la posibilidad de conocer eso en la escuela. Ya tenemos los dos proyectos presupuestados. El de construir jardines de infantes y el de conectar a 5 mil escuelas de la provincia, que incluye a las 2 mil rurales y a 3 mil que atienden a población con mayores necesidades sociales. Esto va al núcleo de las dos desigualdades que tenemos en la provincia: una es producto de la extrema pobreza del conurbano y la otra, de las poblaciones rurales más aisladas.

–¿Cómo va a continuar con el proceso de traspaso del modelo de Ley Federal Educación de los ’90 al nuevo modelo de la Ley Nacional de Educación?

–Es un proceso largo, ya desde 2001-2002 planteábamos la desprimarización del tercer ciclo de EGB, uno de los nudos donde residía el fracaso de la Ley Federal. Bajo la gestión de Adriana Puiggrós se secundarizó el tercer ciclo de EGB, creando una secundaria de dos partes: una básica y general en los tres primeros años y una secundaria modalizada en varias orientaciones, en los últimos tres. Fuimos creando condiciones para que esos tres años (7º, 8º y 9º de la EGB) se incorporaran a la identidad de la escuela secundaria. Hoy la escuela primaria tiene 6 años y la secundaria otros 6. Esto se va a hacer de modo gradual, hay que adecuar edificios, hay escuelas primarias que contienen a los tres primeros años de la secundaria... Son procesos lentos de desmontar. Pero los diseños curriculares, las características del ciclo, la conducción ya es única y centralizada para los 6 años de secundaria. El objetivo no es restaurar la vieja escuela que había antes de la Ley Federal. Hay que crear una nueva escuela secundaria que retenga y enseñe, que haga egresar a todos pero con conocimientos, para que la educación deje de ser lugar de compensación social, en tanto asistencia, y sea el lugar donde los jóvenes se formen para integrarse a un modelo de desarrollo; en particular al desarrollo regional y local, a través del apoyo a la escuela técnica, industrial y agraria.

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