EL PAíS • SUBNOTA
En diciembre de 1974, tras haber estado preso por el crimen de Silvia Filler, el CNU Eduardo Ullúa fue contratado como oficial segundo en la fiscalía de Gustavo Demarchi, coordinador académico de la universidad donde el CNU Eduardo Cincotta oficiaba de secretario general y donde la patota de la CNU brindaba “seguridad”. Ullúa renunció el 14 de octubre de 1976. El abogado Alfredo Battaglia declaró que vio armas sobre el escritorio de Demarchi y que “para los militantes de izquierda era peligroso ir a la fiscalía”. Eduardo Soárez, hijo de un peronista ejecutado por la Triple A de Mar del Plata el 27 de mayo de 1975 y ex secretario de la regional local de Montoneros, denunció que Demarchi pertenecía a la CNU. El ex fiscal lo negó y dijo que de haber pertenecido lo admitiría. Entrevistado por 0223.com.ar explicó: “No soy de derecha, soy peronista”. Durante las reuniones de “la Patria Peronista” en esa organización “había gente de CNU, del Comando de Organización, de la Juventud Sindical Peronista y de lo que se llamó Guardia de Hierro”, pero él sólo participaba en carácter de “asesor de la CGT”, dijo. “Si bien respeto la moral judeocristiana, soy no creyente”, agregó, por lo que no podría haber pertenecido a la CNU, que “profesaba una adhesión a la Iglesia Católica en su doctrina social”. Cuando le preguntaron si como fiscal investigó a la CNU, respondió: “No hubo que investigarla en ese momento”. Las pruebas acumuladas en el TOF sugieren lo contrario. La Dipba incluye al ex fiscal entre quienes “si bien no pertenecieron formalmente al grupo” integraban “la misma corriente ideológica de ultraderecha y estuvieron relacionados”. La Justicia nunca lo investigó.
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