Los habían detenido el 19 de septiembre del año pasado por cobrar coimas en el aeropuerto de Ezeiza. Los pasajeros que intentaban ingresar mercaderías de origen animal y vegetal no autorizadas y material electrónico eran la contraparte. Como prueba había un video. Dos días después, Ricardo Echegaray, titular de la Aduana, salió a defender a sus nueve muchachos diciendo que le “llamaba mucho la atención” que se tratara de los mismos que descubrieron un cargamento de éxtasis días atrás. También había un miembro de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) implicado.

El Día de la Primavera, el Sindicato Unido del Personal de Aduanas anunció un paro para que el juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santamarina, los liberara. Lo consiguieron antes de iniciar las acciones, que finalmente llevaron a cabo tres días después. El comunicado había sido enviado desde el fax de prensa de la propia Aduana, mostrando la buena sintonía entre jefes y delegados. Según los aduaneros, sus colegas aeroportuarios los humillaron al desnudarlos a todos, maltratarlos y pasearlos por el aeropuerto con las manos esposadas y el rostro descubierto. Se hablaba más de las “internas” entre ellos que del hecho delictivo en sí mismo.

El día del paro, la pelea quedó en evidencia. Mientras PSA denunciaba que se estaba ingresando sin chequeos a la Argentina, desde la Aduana decían que los aeroportuarios impedían el acceso al personal jerárquico enviado para suplantar a los empleados en huelga. La mayoría de las valijas pasaron cerradas durante toda la jornada. Marcelo Saín, director de la PSA, que primero había negado la interna, terminó acusando a los sindicalistas aduaneros: “Cuando dicen que puede haber más medidas de fuerza, extorsionan, dan una respuesta mafiosa. No vamos a bancar a un sindicalista entreguista que no hizo paro cuando expulsaron al personal que denunció la aduana paralela en los noventa”.