Mar 25.03.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › LOS PRIMEROS RESULTADOS DE LA CAMPAñA INICIATIVA, DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGíA FORENSE

“Llamaron familiares que buscábamos hace años”

Luis Fondebrider y Maco Somigliana, integrantes del Equipo de Antropología Forense, explicaron en diálogo con Página/12 los alcances de la campaña masiva para obtener muestras de sangre y avanzar en la identificación de 600 cuerpos de desaparecidos.

› Por Victoria Ginzberg

En más de veinte años de paciente labor, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) logró identificar a 300 víctimas de la última dictadura y recoger material genético de dos mil familiares de desaparecidos. En los últimos dos meses, después del lanzamiento de la campaña de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas, casi igualaron la cantidad de muestras de sangre. El objetivo es, como se anunció en octubre del año pasado, llegar a establecer la identidad de 600 cuerpos rescatados de cementerios de todo el país y enterrados como NN. “A muchos familiares les cuesta empezar esa búsqueda, por eso es voluntario, se acercan cuando quieren”, cuenta Luis Fondebrider, presidente del EAAF. Pero a pesar del dolor que implica esa pesquisa, el trabajo está dando resultados. “Por la campaña –completa Maco Somigliana– llamaron familiares que habíamos querido contactar hace años. Hay casos que estaban prácticamente resueltos por investigación, pero faltaba la muestra de sangre y la comparación. Esas son identificaciones que están hoy en curso.”

Hasta ahora, cuando encontraban restos que podían pertenecer a un desaparecido, los miembros del EAAF buceaban en la historia y metodología de la represión ilegal y de la militancia política hasta encontrar una hipótesis que permitiera establecer cuál era la identidad del cuerpo hallado. Pero hay 600 esqueletos recuperados y analizados a la espera de una identificación. Entre ellos, cerca de 150 pertenecen a exhumaciones mal hechas durante los primeros años de la democracia: restos que quedaron mezclados por años en bolsas en la asesoría pericial de la Suprema Corte bonaerense. También hay cuerpos que aparecieron en Colonia o en la costa argentina y luego fueron enterrados como NN. Los muertos en el ataque al cuartel de Monte Chingolo en diciembre de 1975, que estaban en el Cementerio de Avellaneda, son otros de saparecidos que podrían ser identificados.

–¿Cómo funciona la Iniciativa?

Luis Fondebrider: –Si bien el proyecto empezó cuando firmamos en octubre el convenio con los ministerios de Salud y Derechos Humanos de la Nación, la campaña publicitaria, que fue lo que empezó a traer gente, empezó el 20 de noviembre. Eso implicó la instalación de un call center y montar cerca de 60 oficinas que atienden a los familiares en todo el país. Con el familiar que se comunica, se comprueba su identidad, el vínculo con la persona desaparecida, el árbol genealógico y se la deriva al hospital más cercano, que también son 63 en todo el país. Esto dio como resultado concreto desde el 31 de enero de este año 1800 muestras ya recuperadas de todo el país.

Maco Somigliana: –A partir de la campaña se está acercando mucha gente que no había tenido contacto con ningún organismo de derechos humanos después de la denuncia de Conadep. Nosotros empezamos a tomar muestras hace nueve años y teníamos alrededor de dos mil.

–Es decir que en dos meses casi igualaron las muestras que juntaron en todos esos años.

M. S.: –Sí. Incluso hay casos que estaban resueltos por investigación, pero como no teníamos el contacto con el familiar, faltaba la muestra de sangre y la comparación. Esas son identificaciones que están hoy en curso. –L. F.: Las nuevas muestras, además, comienzan a formar parte del Banco del Estado. Se toman tres muestras por familiar. Una muestra es para el Equipo, otra para el Archivo de la Memoria y otra va a ser enviada a Estados Unidos, donde se va a hacer el cruce. La razón por la que se hace en Estados Unidos es que hay pocos laboratorios en el mundo con capacidad para hacer cruces masivos y estamos hablando de más de 3 mil muestras con 600 esqueletos en un tiempo corto. Los casos que tienen hipótesis concretas se siguen haciendo en Argentina, se hacen en el laboratorio Lidmo de Córdoba.

–¿Esperan poder identificar los 600 cuerpos?

L. F.: –Somos precavidos. Mas allá de las muestras de sangre, el laboratorio tiene que poder recuperar material genético de hueso, que es lo más difícil. Hay expectativas interesantes pero no podemos dar números.

M. S.: –Sería muy difícil identificar todos. Aunque se pueda recuperar datos genéticos de los 600 esqueletos, se van a comparar con tres mil muestras de sangre, que representan otras tantas identidades de personas desaparecidas. La posibilidad de que esas identidades estén en esas tres mil muestras es poca porque esas muestras representan solo un porcentaje de desaparecidos. La idea es seguir con la campaña.

L. F.: –Este es el primer año del proyecto. Para el segundo año la idea es exhumar más esqueletos. Estamos trabajando en la provincia de Buenos Aires y vamos a intensificar Tucumán, Córdoba, Santa Fe y lugares fuera de los cementerios. Estamos explorando lugares no tradicionales fuera de cementerios.

–¿Cómo se manejan con las denuncias de personas que dicen haber visto entierros clandestinos?

L. F.: –Tratamos de no correr apenas sale una noticia y hablar con los tribunales que están a cargo de las investigaciones. Antes de hacer una exhumación, nos planteamos una estrategia de investigación, con documentación, testigos, y resolvemos si tiene sentido hacer una excavación exploratoria o no. Cada vez que hacemos una excavación hay expectativas.

–¿De esos 600 cuerpos que forman parte de la Iniciativa, hay hipótesis de identidad?

M. S.: –Hay hipótesis generales. Pero en Iniciativa se comparan todos aquellos casos en que no hayan hipótesis directas uno a uno. Hipótesis uno a uno significa qué raíz, de dónde se recuperó el cuerpo, por las características del esqueleto y por las investigaciones previas estamos convencidos de que debería tratarse de Juan Pérez. Es lo que estamos haciendo hasta ahora. Mandamos al laboratorio una muestra de la familia Pérez y le preguntamos: ¿Este hueso puede ser de esa persona? Y contestan sí o no. Esos análisis se siguen haciendo en el laboratorio Lidmo de Córdoba. Lo que ahora va a pasar es que el laboratorio nos va a dar datos a nosotros. Vamos a tener resultados que nos van a sorprender y que van a ser datos nuevos, no sólo nos van a confirmar datos que ya teníamos o suponíamos.

–Sería el camino inverso de lo que hacen hasta ahora. Los resultados del laboratorio serían la materia prima para investigar qué pasó con una persona durante la dictadura.

M. S.: –Es el camino inverso. Exactamente. Un experimento parecido hicimos con las mujeres de Avellaneda. Eran 59 mujeres que se habían recuperado en el sector 134 del cementerio de Avellaneda. Fue la primera vez que mandamos todas las muestras de hueso al Lidmo y empezamos a preguntar con las muestras de todas las mujeres que cumplían determinadas condiciones que permitían suponer que podían haber terminado en Avellaneda. A partir de ahí nos llevamos algunas sorpresas como la identificación de personas que habían sido secuestradas en Mar del Plata, que se suponía que habían sido traídas al Pozo de Banfield, pero que no era terminante. El laboratorio nos lo confirmó. Esa identificación nos permitió ampliar la búsqueda respecto de otras mujeres que podían ser de Mar del Plata.

L. F.: –Esos 600 esqueletos ya tienen un análisis antropológico, sabemos cuáles son hombres, cuáles mujeres, las edades, si tenían una enfermedad, características especiales.

–Aunque ustedes trabajaron durante 20 años identificando cuerpos de desaparecidos parece ser la primera vez que se hace una campaña y que se dice públicamente “estamos buscando a los desaparecidos”.

M. S.: –Siempre le habíamos esquivado a la cuestión masiva. Lo que cambiaron fueron las condiciones de comparación que por primera vez nos permite hacer una campaña masiva, no sólo en cuanto al medio que se utiliza sino de aparecer ante el público diciendo eso: “nosotros nos vamos a hacer cargo de eso”.

L. F.: –Es un tema tabú. Nosotros estamos buscando gente que está muerta. Lamentablemente encontramos gente muerta. A muchos familiares les cuesta empezar esa búsqueda, por eso es voluntario, la gente se acerca cuando quiere. Nosotros no llamamos a nadie para decirle que venga. También es interesante que es el Estado el que lo hace. Lo hacemos nosotros, pero junto con el Estado. Solos no lo hubiéramos podido haber hecho.

M. S.: –Lo que impresiona es que vienen muchos familiares que habíamos querido contactar y no habíamos podido. Por ejemplo, noso-tros estábamos buscando hace mucho tiempo a una persona que estuvo detenida en el Atlético al que le decían El Lobo. Teníamos una idea de cómo se llamaba, de cuándo había desaparecido, la idea de que había desaparecido junto con su mujer, sabíamos el nombre de su mujer y que estaba embarazada cuando la secuestraron y que había dado a luz en la ESMA. Todo eso sabíamos del Lobo, pero nunca se había presentado un familiar suyo. Gracias a la campaña llamó una prima del Lobo y confirmamos los datos. Antes, en Abuelas había sangre solo de la línea materna del hijo que están buscando de la Lobita, la mujer de El Lobo. Ahora se completó la rama paterna. Otro caso: nosotros fuimos a la costa a buscar los casos de las Madres. (N. de R.: Se refiere a la identificación de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo en el 2005, que permitieron establecer por primera vez científicamente pruebas de los vuelos de la muerte.) Ahí se recuperó a un chico que había aparecido ahogado en marzo de 1976 en Santa Teresita. Teníamos una idea bastante certera de a quién podía pertenecer ese cuerpo. Había una pericia dactiloscópica que nos indicaba de quién se tenía que tratar si estaba todo correctamente hecho. Pero no podíamos asegurar que se trataba de él porque no había posibilidad de hacer una comprobación genética. La familia llamó por teléfono por la campaña, aportaron una muestra de sangre, se hizo la comparación y ahora se está esperando la resolución. Hace tres años los estábamos buscando.

–¿Cuántos casos hay a la espera de un resultado, más allá de la campaña?

L. F.: –Las muestras de la campaña salen a fines de abril a Estados Unidos. Los resultados van a empezar a llegar a fin de año o a principios del año que viene.

M. S.: –Además tenemos casos que se están comparando en diferentes estadios. En los últimos años estamos identificando entre 20 y 40 casos por año. Cada año va subiendo. En 2007 se identificaron 31 personas de todo el país.

–¿De dónde fueron exhumados los 600 cuerpos que partieron de la Iniciativa?

L. F.: –Son todos de cementerios. Hay muchos de Avellaneda, de Ezpeleta, de Córdoba. La mayoría es de la provincia de Buenos Aires. Hay gente que apareció en Colonia.

–Es decir que proviene de vuelos.

M. S.: –Sí. Hay gente de diciembre de 1977 y enero 1978, de un caso muy cercano al de las Madres. Están todos los casos de exhumaciones no científicas que se hicieron entre 1983 y 1986, que son cerca de 150 personas. Son restos que se mezclaron en bolsas y fueron depositadas en la asesoría pericial de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires. También están los cuerpos recuperados del fondo del cementerio de Avellaneda en fosas individuales y que pertenecen a las personas que estuvieron en Monte Chingolo. Eran 52 cuerpos, algunos ya habían sido exhumados y entregados a los familiares, otros habían sido identificados dactiloscópicamente (se sabía quiénes eran) pero faltaba recuperar el cuerpo. Ahora esas identidades van a ser confirmadas a través del ADN.


Un 0800 para extracciones

Con el objetivo de conseguir un aumento “sustancial” del número de identificaciones de restos de desaparecidos, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) lanzó la campaña “Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas”. A través de ella busca que las personas que tengan un familiar víctima de desaparición forzada, entre 1974 y 1983, se extraigan sangre porque “una simple muestra de sangre puede ayudar a identificarlo”. El EAAF realiza las extracciones en todo el país en forma gratuita y aclara que todos los datos obtenidos son confidenciales. Para los que quieran contactarse hay una línea: 0800-333-2334. Entre noviembre de 2007 y enero de 2008, el EAAF recibió cerca de dos mil llamadas a este número y recolectó más de 1750 muestras de sangre de familiares. Los pasos son muy sencillos:

1) el familiar se comunica con el 0800 o concurre directamente a una oficina de la Secretaría de Derechos Humanos;

2) retira el formulario y el turno para la extracción;

3) concurre el día fijado en el turno y se realiza la extracción de la muestra de sangre.

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