Dom 15.09.2002

EL PAíS • SUBNOTA

Carapintadas y grabaciones

› Por Nora Veiras

“Un gobernante necesita tener el control y conocimiento para ajustar todos los resortes de la administración, y Musa Azar me facilita todos esos datos”, explicó en 1995 Carlos Juárez, cuando le preguntaron por qué había designado a un represor como al comisario Azar, denunciado ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep), en la secretaría de Información. Juárez no es ni gobernador ni candidato, pero sigue ajustando todos los resortes con la ayuda de Azar, quien sigue en su puesto, y la del ex mayor carapintada Jorge D’Amico, ubicado en la secretaría de Seguridad.
Todos lo saben, pero todos lo naturalizan: es así, el poder de Juárez sólo da margen para acatar. A pesar de ese acostumbramiento temeroso, en los últimos días el mundillo político y periodístico se estremeció con otra demostración de la cadena de control: el periodista del canal de aire local Roberto Vozza fue despedido después de 23 años acusado –dicen– de haber criticado a Juárez y al propietario del medio, Gustavo Ick, en una conversación privada con un editor del diario “La Nación”, medio del cual es corresponsal en la provincia.
En los corrillos periodísticos comentan que fue el propio D’Amico quien le alcanzó a Ick una grabación de la charla telefónica de Vozza. Ick es el hijo de Carlos Néstor, el empresario que maneja todo el sistema financiero y de servicios de la provincia, es decir del juarismo. Como muestra de la incondicionalidad de la relación, los santiagueños cuentan que cuando Ick se quedó con el Gran Hotel lo rebautizó Carlos V “Carlos, por el nombre del gobernador y V por su quinto mandato”.

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