El tercer día en que la humareda de los incendios rurales cubrió Buenos Aires fue particularmente intenso. Al contrario que el viernes, ayer la nube artificial se mantuvo quieta sobre la ciudad durante todo el día, sin el alivio que un viento contrario había brindado el día anterior por la tarde. Parques, plazas y clubes estuvieron más vacíos, mientras que costó conseguir entradas en las funciones de cine infantil. El servicio de subtes tuvo demoras importantes y cierres parciales a lo largo del día. El humo hizo que el Aeroparque metropolitano operara sólo para despegues, con las llegadas de aviones desviadas a Ezeiza, mejor equipado para condiciones de baja visibilidad. Los hospitales nuevamente recibieron un número record de consultas por irritación de ojos y gargantas. Sin embargo, el nivel de monóxido de carbono en suspensión se mantuvo dentro de parámetros que no causan intoxicación. Juan Carlos Pigñer, director de la Agencia de Protección Ambiental de Buenos Aires, afirmó que “teniendo en cuenta los registros históricos medidos y recordados, se trata de la mayor contaminación del aire en la capital argentina”.