Mar 17.09.2002

EL PAíS • SUBNOTA  › EL RELATO DE LOS SOBREVIVIENTES A LA TRAGEDIA

“Dios mío, que alguien lo frene”

“El colectivo me despidió, junto con mi hermano, mi cuñado y otros changos, no sé de qué manera pero nos despidió.” El relato pertenece a Walter González, pasajero del fatídico viaje que terminó en tragedia. Walter logró salvarse, pero anoche continuaba internado en el hospital de La Merced, para reponerse de los traumatismos que sufrió. Su hermana y su abuela murieron en el accidente.
En declaraciones a una radio local, Walter González –de 25 años– contó que eran cinco las personas que viajaban sentadas en el pasillo, cerca del conductor. “Antes de salir, el colectivo cambió de chofer y uno le dijo que no se descuidara con el freno”, recordó. Y añadió que “a cada rato iban viendo la cosa del aire del freno”. De acuerdo a testigos, media hora después de haber salido de Catamarca el vehículo comenzaba a descontrolarse, mientras esquivaba dos de las curvas de la ruta.
González confirmó que en el micro se trasladaban muchos chicos, a quienes “los levantaban los padres”. La capacidad estaba ampliamente superada, ya que además de los que iban parados o sentados en el pasillo había varios menores sobre las faldas de sus familiares. Durante el viaje de ida el vehículo no habría parado en ninguno de los puestos camineros, pero en el de regreso hubo, al parecer, un incidente en un control policial. “Nos pararon en la ciudad (de Catamarca), la policía no nos quería dejar pasar porque el colectivo no tenía el permiso nacional, pero el dueño iba adelante y al final nos dejaron”, comentó González.
El instante fatal está grabado en la memoria del sobreviviente. “El chofer, desesperado, comenzó a meter cambios y a tratar de frenar con los dos pies –dijo– Pero el colectivo seguía.” Entonces, el otro conductor “se paró al lado de él y entre los dos comenzaron a poner los cambios para tratar de frenar”. De acuerdo al testimonio, el chofer logró advertir a los pasajeros que algo no funcionaba. “¡Agárrense, que me quedé sin frenos”, habría dicho antes de que el micro cayera barranca abajo. En aquel momento, González salió despedido junto a su hermano de 14 años. Y se salvaron. “Fueron poco menos de cinco minutos desde que el colectivo empezó a bajar hasta que caímos –calculó–. Probablemente fue menos, pero en ese tiempo pasaron mil cosas.” No pudo olvidar los gritos de otros pasajeros que imploraban “Dios mío, que alguien lo frene”.
Otro de los pasajeros que logró sobrevivir también recordó la escena previa al desastre. “Habíamos pasado un día hermoso hasta que en un momento el chofer empezó a decir que se había quedado sin frenos, entonces todos gritaban y sólo se escuchaban quejidos”, comentó Diego Morales. El joven de 23 años describió su sensación: “Parecía como que el colectivo se quedó sin aire y veníamos de bajada”.
“Me tuve que tirar en la ruta y hacerme el muerto para que parara algún auto, porque nadie lo hacía –señaló–. Lamentablemente, no pudimos salvar a mi hermana y a mi abuela, que habían viajado para cumplir con la promesa que le hicimos a la Virgen del Valle.”

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