El Indice de Salarios aumentó en marzo 1,2 por ciento y acumula un 23,6 respecto de igual mes de 2007. El sector privado no registrado lideró la suba mensual con una mejora de tres por ciento y llega a 27,2 en la comparación interanual. Entre los empleados “en blanco”, las mejoras fueron de 1,1 y 20,3 por ciento, respectivamente. Mientras que el ingreso de los trabajadores estatales se mantuvo prácticamente sin cambios (0,1), aunque son los mejores posicionados cuando se contabilizan los últimos doce meses, con un aumento acumulado de 29,5 por ciento. Según estos datos, el ingreso de los trabajadores supera la inflación oficial y todavía les da pelea a las mediciones privadas que vienen relevando una variación del costo de vida cercano al 25 por ciento anual.

Los datos desmienten así las profecías apocalípticas de aquellos analistas que afirman que el salario se está devaluando de manera acelerada frente a la inflación desde 2007. En realidad, entre 2003 y 2006 el ingreso de los trabajadores creció casi un 30 por ciento en términos reales y recién a partir del año pasado la inflación comenzó a empardar las mejoras salariales logradas en las negociaciones colectivas, frenando la recuperación.

Ahora las cifras del Indec muestran que los ingresos de los trabajadores todavía resisten en términos reales, cuando se toma en cuenta la evolución acumulada en los últimos doce meses. Aunque la situación comenzó a alterarse a fines de marzo, a causa del golpe que recibieron los bolsillos debido al lockout agrario que provocó escasez de alimentos y consecuente suba de precios. El lockout se reeditó la semana pasada y amenaza con seguir así para intentar doblegar al Gobierno y forzar un cambio en la política económica. Por lo tanto, es posible que la inflación continúe horadando el poder adquisitivo de los trabajadores. Es por eso que los gremios que todavía no cerraron sus acuerdos salariales para lo que queda del año han empezado a exigir un 30 por ciento en lugar del 20 que fijó en febrero el sindicato de camioneros para el resto de las paritarias que entonces se estaban negociando, obrando como un techo que ahora ha comenzado a perforarse.