La reunión que hoy tendrán funcionarios venezolanos con setenta empresarios argentinos en el Palacio San Martín implica la disputa formal por un presupuesto de 500 millones de petrodólares caribeños disponibles para la compra de equipos de capital. Aunque el Instituto de Tecnología Industrial (INTI) es el encargado de asesorar al gobierno de Hugo Chávez en el diseño de una red industrial, Brasil comenzó a venderle los equipos para esos emprendimientos. En una ronda de reuniones de dos días, los metalúrgicos argentinos intentarán resolver a su favor esa disputa.

La relación comercial con Venezuela tiene un tono agridulce. Proliferan los acuerdos bilaterales que prometen abrir el territorio venezolano para sustanciosos negocios, las exportaciones a Caracas se multiplicaron varias veces, ese país invierte en bonos argentinos y es un reaseguro para proveer el combustible que aquí escasea. Pero no todo lo que brilla es oro y la nacionalización de Sidor, en términos aún no resueltos, es sólo un ejemplo.

Además de venderle desde incubadoras a máquinas agrícolas o carnes, Argentina también provee know how para la producción agrícola e industrial. Aquí talla el Instituto de Tecnología Industrial, cuyo titular, Enrique Martínez, se jacta de haber celebrado “el acuerdo de mayor envergadura de un organismo técnico estatal”. Por una retribución de 30 millones de dólares, el INTI está asesorando al Ministerio de Industria Liviana y Comercio de Venezuela en el diseño de unas setenta plantas industriales a las que podrían sumarse otras cuarenta en pocos meses. Ese tejido fabril es heterogéneo e incluye desde el procesamiento de frutas, a mataderos y frigoríficos (de conejos y búfalos), pasando por plantas de harinas de arroz o motores eléctricos.

Pero la arquitectura industrial es sólo un punto de esta cuestión. El otro sustancioso capítulo es el de la provisión de los bienes de capital necesarios para la producción, algo en lo que Brasil está sacando notoria ventaja a la Argentina. “Los industriales locales acercarán desde hoy sus ofertas en competencia con otros proveedores del mundo”, reconoce Martínez. La realidad es que la habilidad brasileña para poner una cuña aquí exasperó a funcionarios de Cancillería. Por esa razón se organizaron las reuniones técnicas que tendrán lugar entre hoy y mañana en el Palacio San Martín y que para los organizadores “no se trata de una ronda de negocios”, estrictamente. No habrá un mano a mano entre privados sino que la cuestión es que empresarios privados seduzcan al Estado venezolano para que les compre. Misión no siempre sencilla, a pesar de la empatía política entre las administraciones de ambos países.

El fisco venezolano dispuso para el 2008 de una partida de 500 millones de dólares para esta red industrial, presupuesto que sería ampliado en el ejercicio del año próximo. Estos montos tientan a los productores de bienes de capital locales, que hoy estarán representados por el titular de la UIA, y el titular de Adimra (cámara que agrupa a los industriales metalúrgicos), Juan Carlos Lascurain. Aunque comprar y vender a aquel país no siempre resulte como transitar por un camino llano.

Techint no es la única empresa local desairada, en este caso, por la decisión chavista de reducir a sólo un 10 por ciento su participación en Sidor, bajo la promesa de una indemnización que aún se está discutiendo. Hay fabricantes de motos y de equipos de GNC que tienen mercadería disponible para exportar y recursos previsionados para invertir en territorio venezolano, a través de algunos de los joint ventures alentados en los acuerdos binacionales.