EL PAíS
• SUBNOTA › LA SOLIDARIDAD CON LAS ABUELAS EN LA PLAZA DE MAYO
“Reaccionamos o emigramos”
› Por Santiago Rodríguez
“Si a uno de los símbolos de la lucha por los derechos humanos le balean la casa y, con lo que pasó en este país, no hacemos nada, sólo nos queda hacer la valija e irnos”, repetía ayer a la tarde Mariana, parada junto a su madre a pocos metros de la Pirámide, para tratar de poner en palabras las razones que la llevaron a acercarse a la Plaza de Mayo para repudiar el atentado contra Estela Carlotto. A su alrededor quienes no destacaban la tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo, se inclinaban por poner énfasis en la trayectoria de su presidenta. “Carlotto es una mujer excepcional y, sobre todo, coherente con su lucha y su forma de pensar”, era –palabras más, palabras menos– la opinión compartida de aquellos que se hicieron un rato para manifestarle su apoyo.
La militancia de Mariana en organismos de derechos humanos no desentonaba con la historia de la mayoría de los presentes en Plaza de Mayo: una buena parte de los que accedieron a dialogar con Página/12 reconocieron ser de los que “siempre venimos a este tipo de actos”.
“Hay que apoyar a la gente que trabaja en la defensa de los derechos humanos. Yo siempre estoy y debería estar presente toda la sociedad, pero la gente no está concientizada de lo que pasó ni de lo que puede llegar a pasar”, reflexionó Daniel, un hijo de desaparecidos. Y sobre el ataque a la casa de Carlotto agregó: “Las manos son otras, pero las razones políticas y los cerebros son los mismos que antes”.
Caminando de un lado a otro de la Plaza de Mayo, Susana y Néstor también hicieron gala de su compromiso con los derechos humanos. Con más de 70 años a cuestas cada uno, se tomaron el subte en Caballito para sumarse a la concentración “porque estamos totalmente en contra de la impunidad y el ataque a Carlotto recuerda momentos terribles que los argentinos ya vivimos”, según explicó casi al unísono el matrimonio hasta que la verborragia de Susana llevó a que su voz se impusiera sobre la de Néstor: “Mire ahí atrás del vallado, fíjese cómo contrasta este acto con ese impresionante despliegue policial; hasta hay perros entrenados. Yo recién me crucé con un policía y le dije: Escúcheme, ¿dejaron el resto de la ciudad liberada?”.
“Carlotto tiene una carga simbólica muy fuerte. Nunca se apartó del objetivo central de las Abuelas, que es buscar a sus nietos”, subrayó Adrián y, como tantos otros, advirtió que “es esencial rechazar el ataque en su contra, así como también todas las agresiones que en general están sufriendo los movimientos sociales”.
Casi de su misma edad –”de la generación de los desaparecidos de la década del 70”, según su propia definición–, Silvia también rescató la figura de Carlotto y la catalogó como “una mujer excepcional”. “El atentado en su contra –añadió– no hace otra cosa que demostrar que todo sigue igual, que los represores están vivos y siguen actuando sin que se haga justicia.”
“Cada vez que vengo a estas marchas me acuerdo que mi madre podría haber sido una de ellas, una de las Abuelas”, comentó María y, junto a su hija Mariana, rescató lo que Carlotto y las Abuelas de Plaza de Mayo hacen: “Su lucha es la más seria de todas. El robo de los chicos es algo que los militares jamás podrán explicar y es la razón por la cual van a terminar todos presos”.
Nota madre
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