Sáb 12.07.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › LAS “úLTIMAS PALABRAS” DE LOS TRES ACUSADOS ANTES DE LA SENTENCIA

El absuelto habló de “linchamiento judicial”

› Por Daniel Miguez

Miguel Angel Timarchi se dio ayer todos los gustos. Tres horas antes de ser absuelto, denunció “una operación” en su contra, aseguró que la Conadep se nutrió de “testigos falsos”, sindicó a los organismos de derechos humanos como “organizaciones paraestatales” que hacen “un empleo perverso de la memoria histórica”, aseguró que existe “un plan estratégico implementado desde el poder” que apunta al “linchamiento judicial” de los imputados por crímenes durante la dictadura, y lamentó que “se nos termine juzgando con el código de justicia revolucionaria utilizado por las organizaciones de los ’70 y no con la normativa legal”. Habrá que ver si en los próximos días se rectifica y pide disculpas o se va del país antes de que otro juez ordene su detención.

Juan Carlos Lapuyole no hizo uso de sus “últimas palabras”. Carlos Gallone pidió al tribunal que procese por falso testimonio al ex sargento Armando Luchina y a dos sobrevivientes de Superintendencia “preparados para salvarlo”. Repasó sus destinos en la Policía Federal y recordó los nombres de los secretarios generales de los gremios que le tocó “visitar”, incluido José Alonso, “asesinado por ser peronista sin Perón, igual que Vandor”. El comisario recordó enfrentamientos de camaradas con miembros de organizaciones armadas y negó haber realizado cursos de antiguerrilla y repasó nombres de camaradas y amigos que de no haber muerto habrían podido testimoniar a favor suyo, aseguró.

Gallone contó en la primera audiencia que el día de la masacre estaba en Mar del Plata. Acotó que fue con su padre a un cabaret donde cantaba el tanguero Amadeo Mandarino. Ante las críticas del fiscal Félix Crous a aquella explicación, ayer reivindicó al “cantante y compositor Mandarino”, lo equiparó a Hugo del Carril y lamentó “el desconocimiento musical” del fiscal. Carlos Broitman, uno de los abogados de Timarchi, no pudo contener las carcajadas. “Juro por las cenizas de mis padres que soy inocente”, imploró al final.

Timarchi desmenuzó las réplicas de fiscalía y querella. Acusó de mentiroso a Luchina, quien en un careo afirmó haberlo visto la noche de la masacre, y aseguró que “no puedo decir quién fue, pero sí quién no fue” partícipe de aquella ejecución. El, claro. Reiteró que la madrugada del 5 de octubre de 1975, cuando en un Falcon no identificable, con otros tres policías de civil y ametralladoras, se tiroteó y fue herido por una granada, “iba a buscar un sumario policial”. Explicó que no hacía falta “hacer inteligencia” para conocer a Luchina porque sus actividades son públicas y “vive a veinte cuadras de mi casa, en Lanús”. Ni siquiera se privó de elogiar el trabajo de los antropólogos forenses, “válido para determinar quiénes son víctimas y para que los familiares tengan consuelo”. Un verdadero día de gloria.

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