Mar 05.08.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › HUGO CHáVEZ Y CRISTINA FERNáNDEZ, JUNTOS EN ALMIRANTE BROWN

“Grande es la batalla aún”

El presidente de Venezuela apeló a su elocuencia para respaldar a su par argentina. Ninguno nombró el lockout ruralista, pero ambos mandatarios apuntaron sus críticas hacia allí. “Argentina estaba dormida por el Consenso de Washington”, dijo Chávez.

› Por Alejandra Dandan

Las calles de tierra en el corazón del conurbano profundo potenciaban las palabras. “Grande es la batalla aún”, dijo Hugo Chávez luego de unos cuarenta minutos de intervención. “Es la misma batalla que nosotros llevamos desde hace años; el mismo sabotaje económico; la misma guerra mediática porque es el mismo pueblo, la misma nación argentina venezolana.”

El escenario armado en un galpón deportivo de Almirante Brown reunió en la tarima al mandatario venezolano con la presidenta Cristina Fernández, cuando el bolivariano terminaba el primer día de una nueva visita a la Argentina. Por primera vez, ambos hacían una especie de raid maratónico en una parte de los territorios más pobres del conurbano. Y por primera vez, además, todo sucedía en el país del lockout de los empresarios del campo. En el trayecto inauguraron simbólicamente un barrio de viviendas de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y, ya en el estadio, firmaron un convenio para la construcción de una refinería con una inversión venezolana prevista en 1200 millones de dólares.

Sobre las tablas, los acompañó el ex presidente Néstor Kirchner, el gobernador de la provincia Daniel Scioli, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y el intendente Dario Giustozzi, que les abrió las puertas de casa.

“Todos sabemos qué significa para nosotros todo esto, y es probable que ni sepamos expresarlo”, dijo Giustozzi. En 2002, recordó, no había micros, no había actividad cultural porque los centros estaban cerrados, “pero desde el 2002 nuestras plazas están llenas en medio de un proceso de recuperación económica fenomenal”.

Durante el acto, ni él ni quienes lo siguieron nombraron al conflicto con el campo, pero el conflicto con las patronales rurales recorrió silenciosamente, una y otra vez, como si se tratara de un gran fantasma, cada una de las intervenciones.

Chávez habló indirectamente con aquellas cuatro líneas del final, con las cuales decidió cerrar su discurso. Pero lo había mencionado antes. Durante su intervención, subrayó dos puntos. El primero, la década del ’90, los años del menemismo en los que cada vez que piensa en la Argentina, suele compararla con “Macondo”: “Yo se los decía hoy a mis amigos en el aeropuerto –comentó–, el de 1993, el de 1994, era un mundo como Macondo, la gran plaga del dineral había logrado entrar con fuerza sobre todos nuestros pueblos”. Y agregó: “Argentina estaba dormida por el consenso de Washington”. Pasaron 14 años ahora “y aquí está de pie de nuevo”. Argentina vive, “¡Argentina vive, que viva la gran Patria, América latina, que viva Sudamérica, una y libre!”.

Más luego, en cambio, habló del campo. Sin mencionar siquiera al sector, salió a respaldar a Cristina Fernández. “A los grupos que destrozaron esta Patria nuestra –dijo–, les pasó su hora y más nunca volverán a gobernar nuestros países.” Y en esa línea, habló de la crisis. No de la crisis con el campo, sino de una crisis que llamó “planetaria” y a donde elípticamente incluyó a los empresarios del lockout. Lo que Chávez advirtió es una “crisis financiera, ecológica, energética, de ideas y hasta crisis moral”. Una “buena crisis”, explicó, en términos gramscianos, que es “cuando lo viejo se resiste a morir y que lo que va a nacer puja por nacer”. Por eso, le dijo a Cristina que resista, que finalmente esta es la “última fase”.

Tras la intervención, habló Cristina. También ella retomó una parte del discurso del mandatario bolivariano. Y en línea con sus intervenciones en Tucumán y en la conferencia de prensa del sábado volvió a algunas de sus líneas claves. Recordó a Simón Bolívar y a San Martín, por ejemplo, como lo había hecho Chávez. Pero también dijo que las de hoy son otras batallas: “La necesidad de construir una independencia de nuestros pueblos y en esta tarea debemos estar los hombres y mujeres elegidos democráticamente por sus pueblos; tenemos el desafío de luchar contra la pobreza, la desigualdad”.

Y como el sábado pasado insistió en la lucha de las “ideas”. “Todas las luchas son luchas de ideas, no sólo de los intereses económicos, sino sobre qué país y qué mundo queremos vivir, es cierto que no somos iguales pero nuestro deber es garantizar la igualdad de oportunidades. Esa es la verdadera batalla”. A lo que nadie tiene derecho, dijo, “es a ser condenado a la pobreza por haber nacido pobre”.

Villa Rivadavia parecía un espejo de todo aquello. Alrededor del estadio, el centro de aquel barrio es una de las zonas más viejas de Almirante Brown, un viejo espacio de quintas que ahora es un cordón donde se amontona la pobreza. Desde allí llegaron parte de los que estaban adentro. Llegó uno de la organización.

–¡¡Es Chávez, boludo!! –se le escapó, cuando todo empezaba–. ¡Chávez en Almirante Brownnnn! ¿Qué tal, ehhhh?

Y llegó Claudia Barrios, sentada en las gradas. A la mañana temprano había limpiado la plaza del centro de Claypole como todos los días, después pasó un momento por su casa y, luego, en vez de hacer las dos horas de viaje en colectivo hasta Belgrano donde limpia por horas una casa, se metió entre el gentío que marchaba hacia el acto.

“Hay que estar y yo siento la necesidad de apoyar al gobierno”, explicó. “Uno al ser pobre mucho no entendemos, porque se dice una cosa, se dice otra, pero de a poco vamos tomando conciencia porque al final ahora aumentó la luz, aumentó el gas, aumentó el boleto y el que salió perjudicado siempre somos nosotros los pobres.”

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