Las tierras que Atlanta posee en Villa Crespo siempre fueron codiciadas por propios y extraños. Un personaje omnipresente en el club como el economista Miguel Angel Broda intentó hacer un convenio con Mauricio Macri en 1999 para que Boca –que en ese momento era presidido por el actual jefe de Gobierno– apadrinara la institución bohemia como filial. El encuentro entre los dos personajes se desarrolló en presencia de Jorge Rubinska, el máximo dirigente de Atlanta en ese momento. Fue en La Boca, el peso de la charla lo llevó Broda y éste le propuso a Macri que le cediera jugadores y cubriera un presupuesto para todo el fútbol a cambio de algún porcentaje sobre los derechos económicos de varios futbolistas.

Según explicaría años después el propio Rubinska, “a Macri no le gustó la manera en que se presentaba Atlanta, con un poder formal por un lado y un poder real por el otro” (el presidente aceptaba públicamente que podía ser un títere de Broda). En efecto, el único que hizo negocios en el club de Villa Crespo fue el economista que hoy continúa como uno de sus principales acreedores. “Nosotros estamos por darle jaque mate a Broda”, le dijo a PáginaI12 el presidente Alejandro Korz, quien encabeza la comisión directiva donde figuran como vocales suplentes el conductor televisivo Sebastián Wainrach y el periodista deportivo Néstor Straimel.

Aníbal Ibarra, el ex jefe de Gobierno porteño, también pensó que Atlanta podía serle útil a la ciudad, aunque no para que tuviera un centro de detención en su estadio. Al actual legislador se le había ocurrido construir un reservorio debajo del campo de juego para evitar inundaciones (se trata de un gran tanque que recibe el agua directamente de las bocas de tormenta o de los arroyos entubados cuando desbordan). Esa obra nunca se realizó.