Sáb 27.09.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › ARGENTINA Y URUGUAY YA HABíAN COINCIDIDO EN NACIONES UNIDAS

Aquella estrategia en la ONU

› Por Emilio Ruchansky

“Este no es el primer paso, sino la culminación de un trabajo en común”, sostuvo Milton Romani durante la conferencia en el Edificio Libertad. Luego, por la tarde, en encuentro en el Paraninfo, el aula magna de la Universidad de la República repitió la frase, generando las sonrisas cómplices de su jefe, el director de Junta Nacional de Drogas, Jorge Vázquez, de Aníbal Fernández y de Mónica Cuñarro, la secretaria ejecutiva del Comité Científico Asesor. La anécdota compartida entre los cuatro había sido guardada durante seis meses y sucedió durante la cumbre de Viena, organizada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (Unodc).

La delegación argentina tenía intenciones de presentar una mención para que se incluya la óptica de reducción de daños y el respeto por los derechos humanos en lo referente a las adicciones. La delegación uruguaya apoyó la iniciativa desde el principio, al igual que Bolivia. La idea era reivindicar el principio de que se debe acudir a la interpretación más extensiva cuando se trata de reconocer derechos protegidos, como el derecho a la salud.

También se incluían los pactos de derechos económicos, políticos y sociales, el de San José de Costa Rica y los referidos a la dignidad del hombre y derechos ciudadanos. Esos instrumentos legales están por encima de la convenciones internacionales sobre represión del narcotráfico y prevención de las adicciones. Claro que hacía falta consensuar con los demás países y, en ese sentido, el discurso de Aníbal Fernández estaba pensado para “romper el escenario”. Y así fue. El tema era incluir en el texto final de la convención para sentar una postura, la de no criminalizar a los adictos.

Argentina no llevaba un proyecto escrito, pero Uruguay sí. El proyecto contenía varios puntos enunciados por el ministro de Justicia, pero parecía imposible que se votara. La delegación oriental pidió la palabra y presentó el proyecto. Y comenzaron las adhesiones. Primero fue Ecuador, tiempo después el presidente Rafael Correa liberaría de las cárceles una gran cantidad de mulas. Después Bolivia, Venezuela y finalmente Suiza.

Y sucedió: Uruguay pidió que se votara, advirtiendo que la iniciativa era copatrocinada por Argentina. La comitiva de EE.UU. pidió sacar el tema de los derechos humanos, China presionó para que no se votara. Se hicieron retoques, pero no se negoció lo central. Los representantes europeos terminaron votando a favor y sucedió un hecho histórico: se aprobó, aunque estaba fuera de agenda y quedó asentado como tema a discutir en la próxima cumbre.

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