EL PAíS • SUBNOTA › CFK LLEVO EL TEMA DE LAS AFJP A LA CUMBRE
La foto oficial de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, con todos los mandatarios que se dieron cita en El Salvador.
› Por Martín Piqué
Desde San Salvador
El discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado se transformó en una encendida defensa del proyecto para pasar el sistema público de reparto a los afiliados de las AFJP. “Se ha dicho que la Argentina estatiza. En realidad, la Argentina cambia la administración porque los fondos no son del Estado ni de los privados. Son de los jubilados”, subrayó la Presidenta. El tiempo y el entusiasmo que dedicó a explicar el proyecto ante un foro de lustre internacional –la escuchaban sus pares de toda América latina, España y Portugal– sugirió que la decisión no había sido improvisada. Quizás influyó el hecho de que, en los días previos a la llegada de CFK, la estatización de las AFJP había sido duramente cuestionada en un encuentro empresarial que formaba parte de las actividades de la Cumbre.
En las primeras horas de su estadía en El Salvador, la Presidenta recibió varias consultas sobre la medida. La propia CFK contó que el secretario ejecutivo iberoamericano, Enrique Iglesias, le había preguntado por su decisión y que al escuchar sus argumentos le había aconsejado que diera esa información en el plenario de presidentes. “Muchas veces hay distorsión comunicacional que ayuda confundir a las sociedades”, se quejó públicamente la Presidenta.
El espacio que CFK le dio a un tema de carácter nacional no se contradijo con el debate de fondo, monopolizado por la crisis global y las alternativas para contrarrestar la recesión. Al comienzo de su discurso, la Presidenta aseguró que el terremoto económico internacional era la demostración del “fracaso de un modelo que había dominado el escenario internacional en los ’90, el modelo neoliberal, el Consenso de Washington”. Tras esa conclusión, que había sido compartida por Michelle Bachelet, Luiz Inácio Lula da Silva y Evo Morales con un planteo más duro, CFK señaló que la Argentina era uno de los mejores ejemplos del fracaso del neoliberalismo. “Mi país había sido el alumno dilecto de las privatizaciones, de alejar el capital del circuito de la producción”, recordó. Luego citó la creación de las AFJP como un ejemplo de aquel alineamiento de la Argentina con las ideas ortodoxas.
En la feria de convenciones de San Salvador, sede de la Cumbre, los presidentes seguían con atención los argumentos de CFK sobre las AFJP. “Nos hicieron varias consultas”, contaría luego el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, en un breve diálogo con PáginaI12. La Presidenta adjudicó a las jubilaciones privadas que el Estado argentino, a fines de los ’90, se haya quedado sin financiamiento y haya tenido que salir a endeudarse. “El Estado se quedó con el pago de todos los jubilados y todos los aportes de los que no habían optado pasaron al sector privado. Esta sola medida explica casi el 50 por ciento de la deuda externa. El 42 por ciento del endeudamiento argentino se debe al desfinanciamiento”, informó. Tras enumerar esas cifras, la Presidenta insistió con que la medida que estaba impulsando para las jubilaciones “cambiaría la administración de los fondos”, pero no la propiedad de los mismos. “No son ni del Estado ni de los privados: son de los jubilados”, repitió.
El G-20, celos y competencia
Aparte de la mención puntual a las AFJP por parte de CFK, el plenario se convirtió en un largo debate sobre la crisis global y las mejores políticas para salir de ella. Algunos presidentes acordaron en que es necesario implementar un modelo económico alternativo; también hubo consenso en que hay que modificar las reglas del sistema financiero que se impusieron a partir de Bretton Woods en 1944. El ecuatoriano Rafael Correa fue más allá y propuso construir “una nueva arquitectura financiera regional”. “Tenemos que crear un fondo regional de reservas, crear el Banco del Sur y terminar con la autarquía de los bancos centrales”, desafió a los presentes. Esas ideas sonaban muy lejanas de las que habían lanzado otros mandatarios, como el peruano Alan García y el anfitrión Elías Antonio Saca, que hicieron prueba de fe en el mercado y el libre comercio.
En representación de la Argentina, CFK ratificó su visión de que la crisis surgió desde el centro del sistema (“el ojo del huracán de la tormenta”, lo bautizó) y no de la periferia. “Voy a decir lo que dije ante las Naciones Unidas, aunque a algunos les moleste. El efecto ya no es caipirinha o tequila. El efecto es jazz”, dijo la Presidenta. Enseguida agregó una crítica dirigida inequívocamente al estadounidense George Bush, aunque evitó identificarlo con nombre y apellido. “En este momento vemos, además, una falta de liderazgo para abordar la crisis que es sorprendente, sobre todo cuando uno ha impulsado una determinada política, cuando uno se ha convertido en el abanderado de un determinado modelo”, lanzó CFK. El 15 de noviembre, la Presidenta se encontrará con Bush en Washington, con motivo de la cumbre del G-20 que organizó el mandatario estadounidense para debatir respuestas a la crisis.
Ese encuentro en Washington reunirá a los presidentes de las principales economías del mundo y otros países emergentes. Brasil, México y la Argentina estarán en el cónclave. Hasta ahora, el gran excluido será España, cuyo jefe de gobierno fue dejado afuera de la invitación por orden expresa de Bush (lo que fue interpretado como una venganza personal por el retiro de las tropas españolas de Irak). Durante el plenario quedó a la vista que los españoles están urgidos por sumar apoyos para forzar a Estados Unidos a incorporar a Zapatero a la cumbre de Washington. En una reunión privada que mantuvieron en un salón contiguo mientras el plenario seguía adelante, CFK y Zapatero analizaron la reunión del G-20 (ver nota aparte). La Argentina transmitió allí su respaldo al gobierno español para que pueda participar de la cumbre.
También México y Brasil, los otros dos países latinoamericanos que ya tienen asegurada su presencia en Washington, apoyaron el derecho de España de formar parte del G-20. En su discurso, Lula ratificó sus críticas a aquellos que “hicieron de la economía un casino”, y adelantó el compromiso de Brasil con la renovación de las entidades financieras. “Es preciso refundar los mecanismos de gobernabilidad global, con mayor participación de los países en desarrollo”, dijo. Sin embargo, en uno de los últimos párrafos de su discurso, Lula deslizó una exhortación a aprobar la Ronda de Doha en una “conclusión rápida y exitosa”. “Sólo podemos responder a la crisis con mayor integración, mayor comercio justo, menos distorsiones y menos subsidios”, subrayó. En la última Ronda de Doha, la Argentina y Brasil tuvieron posiciones encontradas. La declaración de Lula hace prever nuevas diferencias en las próximas semanas. “Todos pensaban que el problema era con España, pero acá tuvimos roces con Brasil”, se sinceró ante PáginaI12 uno de los miembros de la comitiva argentina.
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