EL PAíS • SUBNOTA
El 8 de mayo último, algunos habitantes del asentamiento ubicado sobre terrenos destinados a una planta de tratamientos de efluentes, frente al Riachuelo, atacaron el edificio de la Municipalidad de Lanús en forma de protesta contra un desalojo. Mientras tanto, la Policía Bonaerense se dedicó a reprimir con extrema violencia dentro y fuera del edificio comunal. Como resultado del enfrentamiento, hubo ocho heridos por balas de plomo entre los manifestantes y seis entre los uniformados. Sin una solución habitacional definitiva, el tercer reclamo de los vecinos se convirtió en una batalla que duró de más de tres horas.
La reacción de los casi 200 manifestantes ante la represión policial fue arrojar piedras y otros objetos contra el edificio de la Municipalidad. Hubo vidrios destrozados y empleados que resultaron lastimados. Después del enfrentamiento, que empezó al mediodía, se encontraron marcas de balas de plomo en las paredes del tercer piso del edificio municipal. Las dos garitas de vigilancia de la Municipalidad quedaron destrozadas y los cartuchos de perdigones de goma decoraron las inmediaciones de la intendencia.
Mientras todo esto ocurría afuera y sobre la entrada del edificio comunal, en una oficina interna un grupo de seis vecinos, que integran la mesa de trabajo del barrio, intentaba negociar con funcionarios de la intendencia. Sin embargo, la reunión con las autoridades se dilató, sin que hubiera una solución habitacional definitiva para los vecinos.
Después de la fallida negociación, los manifestantes que quedaban en las inmediaciones de la Municipalidad fueron trasladados hasta el predio ocupado por micros fletados por la propia intendencia.
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