Todos los aviones en vuelo son controlados por radares instalados en tierra, pero su alcance limitado no permite un contacto permanente, y en los vuelos transoceánicos es normal que haya zonas no cubiertas por estos aparatos. Por tanto, cuando el vuelo Río-París de Air France dejó de ser visible en las pantallas de radar brasileños, al alejarse de las costas sudamericanas, no provocó inquietud. El problema es que no apareció luego, explicó el controlador francés Stéphane Durand. “Si un avión no se comunica con su primer punto de control, comienza la inquietud. Si no envía el segundo mensaje, se sabe que hay algo y se inician las operaciones de socorro, partiendo de la última posición conocida”, señaló.