EL PAíS • SUBNOTA › SEGUNDA JORNADA DE JUICIO A REPRESORES EN ROSARIO
› Por Sonia Tessa
Desde Rosario
El secretario del Tribunal Oral Federal Nº 1, Osvaldo Facciano, leyó –dentro del pedido de elevación a juicio de la fiscalía– cómo fue el secuestro de Marta María Forestello, de 24 años, una de las víctimas que estuvo cautiva en el centro clandestino Quinta de Funes. La madre de la joven, Adela Panelo de Forestello, estaba en la primera fila de la sala de audiencias y no pudo contener las lágrimas. También Cecilia Nazábal, presente en la sala, rompió en un silencioso llanto cuando escuchó las circunstancias del secuestro de su esposo, Fernando Dante Dussex.
Cuando se acercó un compañero para abrazarla, Adela le dijo: “La torturaron hasta matarla”, sin consuelo. A menos de un metro de la mujer, separados sólo por un blíndex, se encontraban los acusados por ése y otros asesinatos en el primer juicio oral y público contra responsables del terrorismo de Estado en Rosario. Eduardo Costanzo estaba sentado al lado de un gendarme, que lo separaba –aunque en la misma fila de sillas– de Jorge Fariña, Walter Pagano y Juan Daniel Amelong. En una habitación contigua se encontraba Pascual Guerrieri, el imputado de mayor jerarquía, quien había pedido salir de la sala.
“Es muy fuerte tenerlos tan cerca”, confesó Alicia Lesgart, integrante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, luchadora por los derechos humanos desde que la dictadura militar estaba en plena vigencia.
Nazábal, querellante de la causa Guerrieri, rompió en llanto cuando escuchó las circunstancias del secuestro de su esposo. Las mismas que ella reconstruyó ante el tribunal en la incansable batalla jurídica que libró desde el comienzo de la democracia junto a Alicia Gutiérrez, compañera de Eduardo Toniolli, otro de los cautivos en la Quinta de Funes.
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