EL PAíS • SUBNOTA
› Por Mario Wainfeld
El lockout empresario se acató ampliamente, la movilización de los ruralistas fue enclenque, máxime si se la compara con las marcas del año pasado. Por si hacía falta, la repercusión periodística no acompañó la larga protesta: los medios estaban más pendientes de sus propias cuitas.
Hubo reproches entre los popes de la Comisión de Enlace. Eduardo Buzzi recriminó a sus pares falta de compromiso con la protesta. Se fijó un impreciso cuan disperso cronograma de marchas, que tendrá pico el 10 de diciembre, para cuando asuman los senadores y diputados elegidos a fin de junio. Faltan más de tres meses para entonces, la dilación sugiere que las patronales agropecuarias saben que no tienen mística interna ni apoyo social para presionar del modo brutal inaugurado en 2008.
Entre tanto, el yuyito conserva su enorme predicamento. Los precios se acomodan a niveles muy rentables, lo que facilita un quid pro quo entre el Gobierno y los productores. No hay quien pare a la soja, con los actuales sistemas capitalista e impositivo. Para los empresarios que pueden sembrarla es la actividad más redituable, menos exigente, con mercados más ávidos. Para el Fisco es una fuente formidable de recaudación. Con las facultades delegadas aprobadas, la cosecha que se viene y el insaciable apetito de los chanchos chinos, el futuro asoma como un calco o un redoblar de los últimos años.
La perspectiva más cercana atempera los nervios, que siguen igual exaltados. Sin calendario electoral en el horizonte, el oficialismo podría hacerse cargo de trabajar con más ahínco y constancia en materia de leche y carne. Y retocar las retenciones al maíz y al trigo. La incapacidad para articular con un sector de la burguesía nacional, poco amigable pero con arraigo, es un déficit que no da razón a todas las demandas del “campo” pero sí desnuda su escasa destreza para la negociación.
En el ínterin se conocieron los primeros datos de los blanqueos y la moratoria fiscal. El primer mensaje de la AFIP y Economía fue exultante. Una lectura más serena, intramuros, celebra más la ampliación del sector formal que los ingresos que mejorarán la caja en el corto plazo. Igual, todo es plata, todo suma.
Los reclamos de los gobernadores se hacen sentir, los equilibrios fiscales provinciales ya están entrando en el pasado. Como quien no quiere la cosa, Economía deriva fondos. Hasta el rezongón Juan Schiaretti consiguió para Córdoba una partida que sirve de desahogo.
La ley de Presupuesto comenzará a trabajarse muy pronto, cuando todavía no se haya acallado la grita de la de Servicios de medios audiovisuales, que sigue con final abierto. Amado Boudou les dejó un primer mensaje de manual (de manual kirchnerista) a los legisladores: el proyecto del Ejecutivo no se toca. Conociendo el paño, parece imposible que no haya mejoras en la coparticipación, que dé oxígeno a las economías provinciales, mantenga la paz social y, ya que estamos, sirva de persuasivo para lograr apoyos en otras contiendas legislativas.
La “escribanía” es cualquier cosa menos un ámbito plácido. Un par de conspicuos legisladores padecieron picos de stress. Y esto recién empieza.
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