EL PAíS
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Bussi cuenta y espera
La debacle política y económica de Tucumán fue el escenario perfecto para que en 1987 apareciera como alternativa a los partidos tradicionales el genocida Antonio Bussi. Su pésimo gobierno entre 1995 y 1999 fue la principal causa de la derrota de su vástago Ricardo a manos de Julio Miranda, en 1999. A partir de allí, decidió retirarse a su departamento de Libertador 2231. Ahora que Tucumán estalla, y a la espera de que la crisis provincial se transforme en un verdadero “operativo retorno”, el ex dictador utiliza sus mañanas para recorrer los bosques de Palermo en una bicicleta y así mantenerse en forma.
Oficialmente, Bussi está retirado y le entregó su partido, Fuerza Republicana, a su hijo Ricardo Argentino, quien carece de ambiciones gubernamentales y se conforma con dormitar en su banca de diputado nacional. Pero la situación tucumana se vuelve nuevamente el mejor caldo de cultivo para su reaparición. Hay indicios: entre las ONGs que denunciaron a Miranda por la muerte de los niños hay algunas dirigidas por ex funcionarios bussistas como Teresa Piossek Prebisch y representantes de la derecha vernácula como Rodolfo Danesi. Por orden del general, los bussistas niegan toda posibilidad de retorno de su líder. Sin embargo, ya hay ruidos de botas en la sede de Fuerza Republicana.
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