EL PAíS
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Cruces con Polino y Mario Cafiero
› Por Eduardo Tagliaferro
El duhaldista Eduardo Camaño no disimulaba su apuro. Cuando el socialista Héctor Polino pidió una cuestión de privilegio, su primer impulso fue negarla. Luego recordó que estaba al frente de la Presidencia de la Cámara y accedió. Muy pronto se arrepentiría.
Polino pretendía pedirle al Ejecutivo que “se abstenga” de impulsar el aumento de las tarifas de servicios públicos. Su argumento central de sostenía que Roberto Lavagna violaba las atribuciones de la comisión parlamentaria que debía entender en los aumentos de tarifas y renegociación de los contratos de los servicios públicos, tal como lo define la ley de emergencia económica. Los oficialistas no se mostraron muy compungidos por el recorte de sus derechos. “No puede pedir la votación nominal”, denegó Camaño cuando Polino pidió que se votara de esta manera su iniciativa. “Yo interpreto el reglamento”, insistió el bonaerense. La posta la tomó el titular del bloque, Humberto Roggero. Calificó de “oportunismo”, “patoterismo”, y “soberbia”, a la actitud de los socialistas.
El arista Mario Cafiero intentó pedir una cuestión de privilegio para interrogar a Lavagna. Camaño intentó frenarlo. Cafiero simplemente estaba poniendo al descubierto una parte de la realidad. “La madre que parió todas estas cuestiones tiene que ver con las negociaciones con el FMI y sus presiones públicas”, comenzó. Camaño le retiró la palabra y Cafiero le recordó que el radicalismo estaba sentado en la sesión porque precisamente él había gestionado el pago de cuotas atrasadas de aportes de los partidos políticos correspondientes a la UCR. “Lo suyo es deshonesto”, le espetó Camaño. “Usted puede disciplinar sólo una parte de este recinto. Si usted se disciplinó al Fondo Monetario, yo no”, cerró Cafiero. La realidad pudo ser ocultada y entonces sí los diputados comenzaron el debate del tema que los desvive: aceptar la renuncia de Duhalde y definir un nuevo cronograma electoral.
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