EL PAíS • SUBNOTA › EMIR SISUL HESS RECURRIO A LA ARMADA CUANDO SE DIFUNDIO SU CONFESION
› Por Diego Martínez
El 9 de marzo de 2002, cuando leyó en La Nación que la Cámara Federal había ordenado investigar su confesión, el capitán Emir Hess envió una carta a la Armada. “Desmiento que (la nota) tenga que ver con mis dichos y solicito asesoramiento en caso de ser citado por la Justicia”, le planteó el contraalmirante Jorge Recio, director de personal naval, y ratificó su “total identificación con la institución”, agregó. El 13 de marzo, en una carta de lectores, el contraalmirante Horacio Zaratiegui afirmó que en la Armada no existió nunca un oficial Hess. “No sé si existe pero no importa. Sería un capitán de corbeta, aviador naval”, lo invocó con precisión el fallecido Florencio Varela en una conferencia ante militares.
Hess mencionó la carta al ser indagado como muestra de su “intención de aclarar el asunto”. Dijo que “tras enviar ese escrito fui citado al Edificio Libertad, donde tuve una entrevista con el almirante (Jorge) Godoy, manifestándome que volviera a mi casa”. Luego, “por orden superior, el capitán Juan José Membrana, que presta servicios en Aerolíneas Argentinas, resolvió mi problema de alojamiento”. “A la semana se presentó en mi domicilio, en Bariloche, el teniente auditor Sergio Vargas, que ahora tiene el estudio Vargas-Carli. Estas personas pueden dar cuenta de mi presentación ante las autoridades de la Armada”, concluyó.
El almirante Godoy recibió por escrito preguntas de Página/12 y prefirió no responderlas. El jefe de la Armada era en 2002 subsecretario de Relaciones Institucionales de la Secretaría General Naval. Este diario confirmó que son exactos los oficios que Hess asigna a sus camaradas y no logró contactar a Membrana. Vargas desmintió haber visitado a Hess y dudó haberlo conocido. Admitió que en 2002 era teniente auditor pero enfatizó que “nunca se brindó asesoramiento técnico” a imputados. “Por el verticalismo es imposible que me hubieran mandado a asesorar” a Hess, dijo, pues era su subordinado.
Vargas fue mencionado por Horacio Verbitsky en 1999 como enlace entre la Armada y la Justicia, subordinado al capitán Pedro Florido, identificado por el sobreviviente Víctor Basterra como quien lo obligó a falsificar pasaportes en la ESMA. En 2002, cuando Hess dice haber sido recibido en el Edificio Libertad, Godoy, Florido y Vargas revistaban en la Secretaría General Naval. Nora Veiras escribió que Vargas trabajó en el estudio de José Scelzi, abogado de represores, y que pasó a diponibilidad en 2008 cuando publicó que integraba un “grupo de contención” de camaradas en desgracia. “La Armada llevaba un control de causas”, explicó Vargas. “Cuando llegaba un requerimiento se verificaba si la persona vivía en el domicilio registrado y se le avisaba. Lo que hacíamos era facilitar la tarea del juzgado. No se asumían gestiones técnicas ante la Justicia, menos (sic) en 2002 cuando no había detenidos”, dijo.
Florido es uno de los grandes ausentes en la causa que instruye Torres. El capitán médico Carlos Capdevila declaró que supo “por comentarios de (Jorge) Acosta que en 1977 y 1978 cumplió funciones” en la ESMA. Dijo que en 1980 lo vio “salir numerosas veces del despacho del capitán Estrada”, director de la ESMA, y repudió que, lejos de estar detenido, “siguió manejando nuestras causas como integrante del Servicio de Inteligencia Naval por tener relación con varios jueces”, entre los que mencionó a Torres y a María Servini de Cubría. Horacio Estrada apareció muerto de un tiro en la sien en 1998 luego de declarar por su rol en la venta ilegal de armas hacia Ecuador. “Estrada era muy amigo de Hess”, declaró la testigo que lo escuchó contar los vuelos. Agregó que “se puso loco” cuando supo de la muerte y que para Hess “no fue un suicidio sino que lo habían matado”.
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