EL PAíS • SUBNOTA › OPINIóN
› Por Arévalo Méndez Romero *
Argentina y Venezuela, de la mano de una clara y determinante voluntad política de nuestros pueblos y gobiernos, han alcanzado una madura relación bilateral. Expresión de esta realidad son las reuniones trimestrales de nuestros mandatarios, como la que sostuvieron ayer en Buenos Aires, y la puesta en marcha de la Comisión Binacional de Alto Nivel, en el marco de una dinámica y fluida relación, cimentada en el más profundo respeto al quehacer político, económico y social interno de cada nación, pero comprometida con la consolidación de ámbitos concretos de intercambio en la perspectiva de la unión de nuestras naciones del sur.
La solidaridad, complementación y cooperación estrecha en áreas vitales para el desarrollo económico y social de nuestros países, como la agrícola y alimentaria, industrialización, energía y finanzas, se han expandido y profundizado de forma armónica y sostenida. Esto demuestra manifiestamente el empeño de nuestros gobiernos y delinean un rumbo aceleradamente unionista para una relación bilateral estratégica que mira a Latinoamérica como un gran espacio de oportunidades para todos. La transferencia de conocimientos –sin límites ni egoísmos– revoluciona el enfoque tradicional de las relaciones sociales y económicas.
En el ámbito regional, las visiones compartidas de nuestros países en espacios de integración como la Unasur, el Mercosur y la OEA, así como la decisión conjunta de impulsar nuevas iniciativas integracionistas transformadoras, como el Banco del Sur para la construcción de una nueva arquitectura financiera regional, dan aún más sustento a la relación trascendente entre nuestros países. Esto, además, induce una nueva configuración regional, siendo Argentina y Venezuela hoy propulsores indiscutibles de una integración con evidente acento humano. Nuestros países comparten una visión pluripolar del mundo y trabajan colectivamente en su construcción, impulsando también en común las relaciones de nuestra región con las regiones africana y árabe.
En el ámbito bilateral, nuestras naciones dan forma a un nuevo modelo de relación fundamentado en tres principios que lo enriquecen y le otorgan carácter estratégico, esto son la solidaridad, la complementación y la cooperación. En este sentido, los múltiples acuerdos firmados y ya concretados que suponen el intercambio de alimentos por energía –que no se reducen al mero intercambio comercial– constituyen un marco novedoso y demostrativo de la profundización que ha alcanzado la relación bilateral, con un impacto decisivo en el desarrollo productivo de nuestros países, en razón de la transferencia de conocimientos mediante bienes de capital y recurso humano. La dinámica de intercambio comercial es importante, pero nuestros países están apostando a adquirir mayor autonomía productiva, a aprender a transformar industrialmente los recursos naturales, a organizar nuestras sociedades para producir los bienes y servicios necesitados por ambas naciones.
La transferencia de conocimientos a Venezuela no había sucedido antes. Este esquema supera la clásica compra de productos. Esto es lo distintivo de nuestro modelo de relación y nuestro país llegará a poseer conocimientos y adquirirá autonomía en importantes sectores productivos. No se agota allí la relación. Surgen continuamente nuevas áreas de intercambio y desarrollo industrial en las cuales seguir avanzando. Este es el núcleo central de nuestro proyecto de construir fábricas socialistas, que nos permitirá seguir desarrollando nuestra capacidad productiva industrial con alto valor agregado nacional, también constituyendo zonas y redes productivas que sustenten el desarrollo de estas áreas.
Argentina y Venezuela vienen fortaleciendo su alianza política, económica, social y cultural y, en general en todos los ámbitos, desde que ascendieron a la presidencia Hugo Chávez en Venezuela y Néstor Kirchner en Argentina, ratificándose este compromiso durante la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Enarsa y Pdvsa son importantes instituciones, ampliamente conocidas en nuestros países, que avanzan en un protagónico papel en esta relación bilateral de solidaridad, complementación y cooperación, que apunta al desarrollo productivo diversificado sudamericano. Todo esto nos permite concluir que Argentina y Venezuela, Venezuela y Argentina, son hoy dos expresiones de un mismo proceso histórico que perfila un sostenido proceso de unión, crecimiento, desarrollo e inclusión social, con vocación e identificación latinoamericanista.
* Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en la Argentina.
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