EL PAíS • SUBNOTA
La retahíla de escándalos comenzó para la Metropolitana cuando Mauricio Macri resolvió, tras su victoria en las elecciones de junio de 2009, nombrar a Jorge “Fino” Palacios como jefe de la Policía porteña, pese a las resistencias que generaba en la oposición, en las organizaciones sociales y de derechos humanos e incluso en el interior del PRO. Palacios fue desplazado por Néstor Kirchner de la División de Investigaciones de la Federal cuando se conoció una grabación de una conversación telefónica de él con un desarmador de autos que estuvo involucrado en el secuestro de Axel Blumberg y con un represor, condenado por la Masacre de Fátima, en la que fusilaron y dinamitaron los cuerpos de treinta desaparecidos. Macri se obstinó en defenderlo, pese a que los opositores porteños recordaron que era investigado por el encubrimiento en el caso AMIA y por su participación en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo. A estas causas se sumaron denuncias de sobreprecios en la compra de patrulleros, motos y armas para la Metropolitana. Jaqueado, Palacios renunció el 25 de agosto de 2009 y poco después fue procesado por encubrimiento de la causa AMIA. Un tiempo después el ex jefe de la Metropolitana fue preso y también procesado por el espionaje ilegal de Ciro James a Sergio Burstein, de Familiares y Amigos de Víctimas de la AMIA, quien fue uno de los que más reclamó la renuncia de Palacios. En la misma causa se investiga el espionaje al cuñado de Macri, Néstor Leonardo. La Justicia descubrió que James tenía un sueldo de seis mil pesos en el Ministerio de Educación, por lo que debió renunciar Mariano Narodowski. Montenegro aseguró durante meses que sólo se había presentado como aspirante a la Metropolitana, pero el subjefe que quedó a cargo, Osvaldo Chamorro, contó que Palacios se lo presentó personalmente. Los cientos de llamadas cruzadas entre Palacios y James y el hecho de que muchas de las comunicaciones desde su celular las hizo desde la celda que pertenece al Ministerio de Justicia complicaron el relato macrista. Chamorro tuvo que renunciar cuando la Justicia descubrió que había hecho desde su computadora, en la oficina que compartía con Palacios, una serie de búsquedas en una base de datos privada a dirigentes de la oposición porteña. La causa judicial sigue avanzando y el juez Norberto Oyarbide aseguró que es posible que cite al propio Macri.
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