EL PAíS • SUBNOTA › COMUNICACIONES ENTRE ALTOS FUNCIONARIOS Y LAS CáMARAS
› Por David Cufré
La ministra de Industria, Débora Giorgi, y funcionarios de confianza del ministro de Planificación, Julio De Vido, y del ministro de Economía, Amado Boudou, se movieron ayer intensamente para conseguir el apoyo de distintos sectores empresarios al Fondo del Desendeudamiento Argentino. Se comunicaron con referentes de la Unión Industrial, de la Cámara de la Construcción, de la Asociación de Bancos (Adeba), de la Bolsa de Comercio y de otras entidades sectoriales para pedirles que emitieran declaraciones públicas de respaldo a la iniciativa. Hasta anoche, habían logrado la adhesión de la cámara de productores de alimentos (Copal), de Fedecámaras y de los procesadores de pollos (Cepa). Los esfuerzos también se extendieron a otros ámbitos: para mañana se está preparando una solicitada de acompañamiento a lo actuado por la Casa Rosada y el Banco Central con las firmas de la CGT, organizaciones sociales, Carta Abierta y personalidades de la cultura.
“La medida es perfecta, pero del modo en que la pusieron en marcha es suicida. Están serruchando la rama en la que están parados”, opinó un influyente industrial en diálogo con Página/12. En la mayoría de las cámaras empresarias en las que los funcionarios buscaron auxilio consideran que el Fondo del Desendeudamiento Argentino es una buena iniciativa que despeja el horizonte en materia de deuda y permite una baja de costos financieros. Sin embargo, también es casi unánime la interpretación empresaria de que el Gobierno fue demasiado lejos en su pretensión de concretar la medida y que la crisis política termina generando más perjuicios para la economía que los beneficios que aportaría el uso de reservas para pagar deuda.
“La economía está para un año estupendo. El campo tendrá una gran cosecha, la industria se está recuperando con fuerza, las pymes pasaron la crisis y tienen perspectivas de mucho crecimiento. Pero todo este ruido político termina por inmovilizar al que quiere invertir”, indicó a este diario uno de los empresarios que recibió la llamada del Ministerio de Industria. El hombre de negocios se excusó de dar su apoyo público con el argumento de que el clima político es demasiado denso como para intervenir, por más que comparta los objetivos del plan de desendeudamiento.
Uno de los pocos que pusieron la cara fue un aliado inesperado: el ultraliberal Daniel Funes de Rioja, presidente de la Copal, quien luego de una entrevista con Débora Giorgi emitió un comunicado para elogiar el Fondo del Desendeudamiento. “Coincidimos con la ministra en la importancia que tienen para el país las políticas que lleva adelante el gobierno nacional en pos de alentar la expectativa de inversión, que nos permitirá que los sectores productivos accedan a créditos a menores tasas y mejores plazos”, aseguró. Funes de Rioja mantuvo reuniones en la últimas semanas con otros funcionarios, como la propia Mercedes Marcó del Pont y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Más previsible era el apoyo de un empresario cuyo sector logró un fuerte crecimiento gracias a las políticas del Gobierno: Roberto Domenech, de las Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa). Dijo que pagar deudas con reservas “permitirá que baje el riesgo país y que las empresas puedan volver al mercado internacional de crédito”. En la misma línea se expresó Rubén Manusovich, de Fedecámaras. Más allá de estas expresiones, la mayoría de los empresarios de peso sigue guardando silencio por temor al huracán político.
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