EL PAíS • SUBNOTA › LOS VECINOS DECIDIERON QUE CONTINUARáN CON EL CORTE Y CONVOCARON A UNA MARCHA EL DOMINGO
Para los asambleístas del pueblo entrerriano, el fallo de La Haya demostró que “no actuaban fuera de la ley”, pero cuestionan la parte que desconoce la contaminación de la papelera y por lo tanto no plantea su traslado.
Desde Gualeguaychú
El fallo del tribunal de La Haya dejó un sabor amargo en los más de mil vecinos que se congregaron a escuchar el dictamen a la vera de la ruta 136. La Asamblea Ambiental de Gualeguaychú decidió no tomar una postura explícita en lo inmediato y aprovechar el tiempo para serenar los ánimos y volcar las energías en la preparación de la marcha al Puente Internacional General San Martín el próximo domingo.
Entre los asambleístas conviven los más optimistas, que consideran un triunfo importante el que se haya aceptado la demanda argentina de violación del tratado por parte de Uruguay para que siente precedente. Otros, en cambio, expresaron su desazón porque la contaminación de la pastera no pudo ser comprobada y por ende –para indignación de muchos– la Corte no vio motivos para dictaminar el cese de operaciones de la planta. A esto se le suma la desconfianza de algunos sectores a la postura que adoptará el gobierno argentino luego del veredicto. Temen que se diluya el apoyo a la causa y que pase a ser un obstáculo en la relación que pretenden reconstruir ambos gobiernos. Todos coincidieron en algo: la lucha para erradicar a Botnia continuará y el corte de ruta también.
El abogado de la Asamblea Ciudadana, Luis Leissa, en diálogo con Página/12, calificó la segunda parte del fallo como “floja” y de “fundamentación ligera”. Anticipó además que ahora evaluarán la situación y se focalizarán en la preparación de la marcha del domingo 25 a las 13. “Hoy ya no se nos puede decir que actuamos desde la ilegalidad”, afirmó el letrado, en referencia al cuestionamiento oriental al corte de ruta. Asimismo se quejó de que las evaluaciones técnicas sobre la contaminación con las que contaba la Corte y que avalaban la operatoria de Botnia provenían de consultoras cuya capacidad técnica y fuentes de información son cuestionables, porque dependerían de Botnia. El abogado ve la puerta abierta para redoblar las acciones que tiendan a que la pastera finlandesa rinda cuentas y presente informes acerca de su operatoria y de los niveles de contaminación.
La lectura del veredicto sería el punto cúlmine de una iniciativa compartida entre el Gobierno y la Asamblea Ambiental hace cuatro años. Ayer Gualeguaychú amaneció encapotado. La humedad y la ansiedad se percibían en el aire. Aunque no fueron tantos los vecinos que se acercaron al corte de la ruta 136, que ya lleva más de tres años, poco más de un millar acudieron pasadas las ocho para conseguir buenas ubicaciones frente a una improvisada pantalla que proyectaba la transmisión desde Holanda. El resto lo vio en su casa o lo siguió por la radio, que desde las primeras horas arengaba a participar del evento. Asueto incluido, escolares de primaria y secundaria formaban uno de los grupos más nutridos.
A las 10, la ruta estaba repleta. A la asamblea local se sumaron delegaciones de las localidades de Colón y Concordia. Con banderas, gorros y remeras que rezaban “He dicho” y continuaban en la espalda con la consigna “No a las papeleras”. Los pasacalles que colgaban de un viejo micro abandonado sintetizaban el deseo de la Asamblea: “Haya desmantelamiento”, “Haya justicia”, rogaban. “Hoy queremos saber qué es La Haya” manifestaban algunos vecinos en alusión a si una corte “del primer mundo” fallaría en contra de una empresa de origen finlandés.
Minutos pasadas las 10 comenzó la transmisión en directo seguida con atención por los ambientalistas que cebaban mate, comían, fumaban, se mordían los labios y hasta tejían con tal de descargar la tensión. El bullicio y la algarabía inicial se fueron aplacando conforme avanzaba la lectura y algunos tramos que parecían favorables para el país eran interpretados como negativos por la complejidad de la traducción simultánea de un texto jurídico plagado de citas. Sumado a esto, dificultades de la puesta técnica del lugar obligaban a reemplazar las baterías que alimentaban los equipos de sonido, por lo que varios tramos de la lectura quedaron truncos. A pesar de ello, algunas asambleístas bien dispuestas prometían que en caso de un veredicto positivo, harían allí mismo tortas fritas para todos los presentes.
Durante la primera parte de la lectura y en alusión al reconocimiento por parte de la CIJ de la violación del Estatuto por parte del Estado uruguayo arreciaron los aplausos y los cánticos contra la pastera. Más tarde, cuando la Corte fue desestimando uno a uno los argumentos de la demanda argentina sobre la contaminación, las caras largas y los gritos de indignación contra los jueces se hicieron oír. Terminada la lectura, comenzó la desconcentración. Entre los indignados estaba Lalo Moreira, uno de los fundadores de la Asamblea Ciudadana, que le dijo a este diario sentirse “violado nuevamente” por este fallo y calificó al Tribunal de La Haya como una “asociación ilícita”. Entre los moderados, el intendente de Gualeguaychú al momento del inicio del conflicto, Emilio Martínez Garbino, llamó a “serenar los ánimos” y rescató “la condena a Uruguay”, pero también remarcó la contradicción con la segunda parte del veredicto que “en el tema de la contaminación se intenta exonerar” al país vecino.
El dirigente de la asamblea José Pouler dijo que a su entender “el fallo estaba cantado”, aunque reconoció que estaba gratamente sorprendido “por lo rotundo en la cantidad de violaciones que constata y por el 13 a 1 de la votación”. Afirmó que esto “tira por la borda la estrategia uruguaya de victimizarse” frente al planteo argentino. “Uruguay violó el Estatuto y por eso esta planta es ilegal. Puede demorar un poco más pero vamos a lograr que se vaya”, subrayó el ambientalista. Para concluir dejó una advertencia: “Hay que tener cuidado con lo que propuso el canciller (Luis) Almagro de administrar el fallo”. No es el único desconfiado. Fuentes cercanas a la Asamblea Ambiental también expresaron su temor a que ambos gobiernos decidan –en pos de reconstruir la relación bilateral– considerar zanjado el conflicto y los asambleístas pasen a ser un obstáculo. Voces más críticas sostuvieron que el diferendo se ha convertido en “una piedra en el zapato” para los mandatarios del Río de la Plata y deslizaron que temen ser la moneda de cambio para conseguir el voto necesario de Uruguay, que erija a Néstor Kirchner como presidente de la Unasur.
Informe: Gabriel Morini.
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