Cristina Kirchner llevó ayer a la cumbre su respaldo al juez Baltasar Garzón. No lo planteó en el plenario de jefes de Estado, sino en la conferencia de prensa al término del encuentro cuando le preguntaron –como salió ayer en la tapa del diario madrileño El Mundo–, si no consideraba que se había entrometido en asuntos de la Justicia española al apoyar al suspendido juez. “Los derechos humanos son universales”, insistió la Presidenta, y dijo que “deben ser respetados por todos los países”. También recordó el compromiso del kirchnerismo con los derechos humanos y subrayó que desde 2003 en adelante fueron derogadas las leyes de impunidad que regían en el país. “Tengo por Garzón un gran aprecio personal y un gran respeto y admiración institucional” y añadió que “el mundo y la propia España admiraron a ese juez que convirtió a este país en un faro en materia de derechos humanos, cuando decidió el juzgamiento del dictador chileno Augusto Pinochet, de la misma manera que condenó al marino (Adolfo) Scilingo a 640 años de cárcel”. La Presidenta recibió críticas de la vocera del derechista Partido Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, que consideró que “Cristina Fernández de Kirchner y su marido son los menos indicados para dar lecciones de justicia y de seguridad jurídica a nadie”.