EL PAíS • SUBNOTA › LA ORDEN DE MALTA, EN SOBERANO DESPRESTIGIO
El inspirador actual de Eduardo Sadous fue abucheado por todo el Teatro Coliseo. La increíble historia de un brazo del sector ultraconservador del Vaticano que sigue con la lógica de las Cruzadas.
› Por Martín Granovsky
A Esteban Caselli, funcionario de uno de los dos Estados a los que sirve el embajador Eduardo Sadous, cada vez le cuesta más aparecer en público. Fue abucheado por el Teatro Coliseo en pleno cuando intentó pronunciar un discurso llamando “estadista” a Silvio Berlusconi en el reciente homenaje a la República Italiana. Caselli, junto con el ya fallecido Federico Barttfeld, es el mentor de una secta fascista internacional que la democracia no termina de remover en la Cancillería.
El blooper de Caselli ocurrió en la tarde del viernes 11 de junio en el Coliseo. La embajada de Italia en la Argentina había programado un festejo por la creación de la República Italiana, que surgió por referendum popular una vez derrotado el Eje de Alemania, Italia y Japón en la Segunda Guerra Mundial.
El cónsul general, Giancarlo María Curcio, había programado actividades artísticas. Quizás a última hora (porque las invitaciones no lo consignaban) incluyó en ese carácter la participación de Caselli. El polifuncionario de Carlos Menem, Carlos Ruckauf, Eduardo Duhalde y Angelo Sodano es uno de los senadores de Berlusconi que representa a grupos de italianos en el exterior. En una lengua que uno de los presentes definió como “cocoliche”, Caselli procuró hablar en italiano. Hizo una introducción formal y cuando reivindicó al “estadista Silvio Berlusconi”, primer ministro italiano y su jefe en el Partido del Pueblo de la Libertad, comenzaron los silbidos y los abucheos. La situación llegó a tal pico de tensión que Caselli no pudo seguir hablando. Dejó la tarima y en el camino todavía forcejeó con parte del público, hasta que hizo mutis por el foro.
El Coliseo registraba una gran concurrencia de juristas y abogados porque esa noche se había anunciado la condecoración al juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, quien sí terminaría agradeciendo en italiano al embajador.
Desde el menemismo, Caselli ocupa las responsabilidades protagónicas que antes tenían Emilio Massera, Alberto Vignes y Federico Barttfeld, todos ellos miembros de Propaganda Dos como el ex general Carlos Guillermo Suárez Mason. Es el mismo sector que unía a la ultraderecha del Vaticano, el lopezrreguismo, la Triple A, los servicios secretos italianos, el Estado terrorista argentino, la mafia y las finanzas sucias del Banco Ambrosiano y hoy puede articular núcleos de poder permanente en la Justicia, la Cancillería, un sector de la estructura de la Santa Sede y los perseguidores españoles del juez Baltasar Garzón.
No se trata de una organización de jubilados. Todavía en vida, Caselli consiguió que la Cancillería reconvocara al servicio activo a Barttfeld, que había sido embajador en Venezuela, cónsul en Hamburgo, embajador en Rumania y representante argentino en China.
Ruckauf designó a Barttfeld primero como subsecretario técnico-administrativo de la Cancillería y después como número dos de Martín Redrado en la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales.
Fue en ese momento que Ruckauf, su secretario de Culto Caselli, el P-Due Barttfeld y Redrado impulsaron el nombre de Sadous como embajador en Venezuela y tuvieron éxito.
En mayo de 2004, Página/12 publicó que el entonces cónsul en Nueva York, Juan Carlos Vignaud, utilizaba su residencia para trabajos de plomería incompatibles con su función diplomática. En tiempos de José López Rega y Alberto Vignes, Vignaud había sido diplomático en Libia para garantizar los negocios del grupo.
El entonces presidente Néstor Kirchner removió a Vignaud y unos días después dictó un decreto regresando a Barttfeld a su retiro.
Cuando Barttfeld murió, entre las decenas de participaciones que publicó La Nación el 23 de julio de 2009 figuraban la de Massera y la de Sadous.
En su libro La masonería, el historiador y periodista Emilio J. Corbière definió a Propaganda Dos como un caso de “utilización de la cobertura masónica como parte de la provocación política”. Bajo el mando del simpatizante de Benito Mussolini, Licio Gelli, según Corbière la P-Due intentó operar desde adentro de la masonería cuando esa organización había sido perseguida por el fascismo. Ya en 1976, siempre según el libro, las autoridades de la masonería italiana denunciaron a Gelli como una “infiltración” y expulsaron a sus miembros, a la vez que dieron a conocer sus nombres. En la lista, Barttfeld tenía el carnet 1755.
En su libro López Rega, el investigador Marcelo Larraquy informa que la lista se completó con los 962 nombres hallados por la policía al requisar la residencia de Villa Wanda, en Arezzo.
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