EL PAíS • SUBNOTA
Eusebio Esquivel fue detenido el 28 de julio de 1976. Poco tiempo antes había sido dado de baja en el servicio militar. Por entonces el servicio “a la Patria” era obligatorio, pero él había ido en forma voluntaria.
Lo llevaron a la Brigada de Investigaciones, le sacaron la venda y en los calabozos pudo ver a Tierno, Manuel Parodi Ocampo, Franzen, Luis Barco y Cuevas, “que tenía una herida de bala en la pierna derecha, donde lo picaneaban”. Y los ubicaron en la sala de tortura a dos de los imputados: Luis Alberto Petetta y Aldo Martínez Segón.
El abogado Pujol le pidió al Tribunal que le retirara el papel ayudamemoria que Esquivel tenía en sus manos y consultaba de vez en cuando. El Tribunal accedió (antes de este caso, incluso después, otros testigos sí pudieron tener consigo sus anotaciones).
Ya en la alcaidía policial de Resistencia, Esquivel vio muy golpeados a Lucho Díaz, Fernando Piérola, Roberto Yedro y se enteró de que Néstor Sala estaba en un calabozo, herido de un bayonetazo.
Tras conocer la noticia de la Masacre, los presos políticos “realizamos una jarreada” (golpear los jarros de metal contra los barrotes). “Motín”, murmuró uno de los imputados. Los mandaron a callar.
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