EL PAíS • SUBNOTA › EL DISCURSO DE LA PRESIDENTA
“Construir calidad institucional es esto que estamos haciendo hoy”, dijo la Presidenta, durante el breve discurso posterior a la promulgación. Sin referir explícitamente sectores o discursos que se opusieron al proyecto de ley finalmente aprobado la semana pasada, procuró aquietar las aguas porque “no hay que estigmatizar a quienes piensan diferente”. La ley, que definió como “una construcción social”, fue posible por los esfuerzos de distintos sectores. “Les agradezco a todos –dijo, y miró especialmente hacia el asiento que ocupaba Vilma Ibarra–. Podríamos haberlo hecho antes, pero todo tiene su tiempo de maduración. Si esto se hubiese planteado años atrás quizá se hubiese frustrado. Ahora, las cosas son naturales y se dan en el año del Bicentenario. Existe un espíritu de una sociedad abierta, diversa y plural.”
Con los años, con los procesos, “la vida y la realidad van cambiando”, señaló Fernández. Para demostrarlo citó un caso: “Hace muy poco estuve releyendo el debate sobre la ley de divorcio” acaecido en 1987. En las actas, consta la oposición que en ese momento manifestaba “un senador (que) algunos años más tarde se divorció y, ahora, está de acuerdo con esta ley”. Porque las cosas cambian, “en unos años este debate resultará absolutamente anacrónico”. De allí que Fernández insistió en la necesidad de aplacar enfrentamientos confesionales. “Esto nada tiene que ver con las convicciones religiosas. Estas cuestiones tienen que ver con la condición humana, con la aspiración a la igualdad de la sociedad y no nos pueden dividir sino unir.” Por eso, “esto le pertenece a la sociedad, que la construyó y, por ello, agradezco el esfuerzo de todos y le esquivo a la política mezquina. No hay que menoscabar lo importante. Esto crea calidad institucional. Hemos dado más igualdad”. En sólo una noche, la realidad cambió para “miles de personas que ese día se levantaron con más derechos, sin afectar los derechos de ningún otro argentino”, añadió.
Sólo un rato después, los efectos prácticos empezaron a verse entre la concurrencia de militantes, perdidos entre flashes y fotos. “Empecé a usar ropa suelta, para ir guardando todo lo que voy a comer en las fiestas de casamiento”, comentaba un activista de la Falgbt, inusualmente ataviado con ropa formalísima. “¿Qué querés que te diga?”, reflexionaba en voz alta Carolina Pérez, junto a su esposa Verónica Dessio. “No lo puedo creer. Nunca me había metido en política, ésta es la primera vez. Mirá cómo salió. ¿Y ahora?”, decía sin que la sonrisa se le borrara. Un poco más allá, sin haber llegado a escuchar esa pregunta, la activista trans Alba Rueda jugaba a anunciar el futuro: dar debate por la ley de identidad de género. “Es genial –adelantaba–, todas las organizaciones de la diversidad están de acuerdo, y el consenso estuvo desde antes de buscarlo. Allá vamos.”
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