La Argentina está en boca de todos. La mayoría de las mesas, debates y discusiones que se realizan en el II Foro Social Mundial hacen referencia a la fenomenal crisis que sacude a nuestro país. Cada una de las opiniones tiene el color con el que mira el expositor. En el caso de Luis Ináçio “Lula” Da Silva está teñido por la campaña electoral que lo tiene como uno de los protagonistas destacados. Los italianos se conduelen con un dramatismo similar al que podría utilizar cualquier argentino. La premio Nobel Rigoberta Menchú le dedicó un importante espacio a reflexionar sobre los padecimientos argentinos.
Lejos de dar cátedra o especular con un escenario que revalide sus puntos de vista, la guatemalteca comenzó su mensaje preguntando cuál era la opinión y las alternativas que vislumbraban los propios afectados. Afirmó que Argentina tiene “una gran desesperanza. Primero porque era uno de los países que luego de la guerra fría había comenzado a reconstruir su historia. La gente reclamaba mejores condiciones de vida y se podía vislumbrar que progresaría”. La dirigente pacifista sostuvo que esto “demuestra cuán vulnerables son los gobiernos latinoamericanos”. Y redondeó afirmando que a los problemas locales de “corrupción, falta de preparación de sus dirigentes, falta de consulta a la población, falta de concertación se le suma la irresponsabilidad. A nuestros países no les queda nada, no les queda nada. Dependen de la actitud internacional para ver si son o no estables”.
Al cierre de esta edición comenzaba una asamblea de solidaridad con Argentina convocada por el comité argentino en el Foro Social Mundial y con fuerte participación de la delegación italiana. Los “desobedientes civiles” impulsan una campaña para sensibilizar a la opinión pública de su país, presionar a las empresas italianas con intereses en la Argentina y también ejercer cierta influencia sobre el gobierno italiano.
(Con la colaboración de Gladys Balonga)