- Lijado. Fueron varias las sesiones en las que Cristian Ritondo se ausentó. El dirigente peronista de Mataderos argumentaba que tenía miedo de un asesor de Marcelo Parrilli, al que acusa de haberle dejado una lija amoladora en un baño y un papel que decía: “Ya la probó Macri... ahora te toca a vos”. Ritondo lo denunció penalmente por “coacción agravada”. Después de largas discusiones entre los macristas y los opositores, finalmente Ritondo bajó a la CIE con el asesor presente. El ibarrista Eduardo Epszteyn, que se había comprometido a “cubrir con su cuerpo cualquier atentado”, se quiso sentar junto a él y compartir un mate, pero Ritondo lo echó al grito de “¡Salí de acá, payaso!”.

- Holograma. La cosa no terminó ahí: muy enojado durante buena parte de la sesión, Ritondo terminó discutiendo a los gritos con el presidente de la CIE, Martín Hourest: “¡Usted no me permitía bajar! ¡Claro, total, si no está Ritondo, mejor!”, le espetó el jefe del bloque PRO. Hourest se contentó con gastarlo: “Usted debe ser un holograma, porque dijo que no bajaba más mientras estuviera el asesor, y lo veo acá”.

- En voz alta. “¡Que repita lo que dijo! ¡Llámelo a (juez Andrés) Gallardo, que es el presidente de la comisión!”, volvió a sulfurarse Ritondo cuando Epszteyn hizo un comentario fuera del micrófono. “Siempre con comentarios por lo bajo”, lo chicaneó el dirigente macrista. Más tarde la situación se repitió con el legislador de PRO Martín Ocampo y Hourest parodió el pedido de Ritondo: “Le pediría al diputado Gallardo que diga lo que dijo recién en voz baja sobre que el presidente de la comisión es Gallardo”. Ocampo respondió: “Le puedo repetir lo que quiere usted si quiero yo repetirlo”.

- Al cuete. “Si no, nos vamos a pasar revisando documentos al pedo”, se le escapó a Raúl Fernández. “Al divino botón”, lo corrigió Gabriela Cerruti, sonriente. “Fueron declaraciones por lo bajo”, se excusó el legislador.