EL PAíS • SUBNOTA › VARIOS HOMBRES IRRUMPIERON A LA FUERZA EN EL TALLER DE ANTICONCEPCION
Fue el único taller donde se produjeron desmanes con forcejeos y rotura de vidrios. Les gritaron “putas” a las participantes y llegaron a tirar gas pimienta. Dijeron que llegaban para ayudar a las mujeres católicas.
› Por Sonia Tessa
Mientras miles de mujeres ponían en común sus experiencias y saberes en los otros 54 talleres sin inconvenientes, el epicentro del Encuentro Nacional de Mujeres se trasladó ayer a la mañana a la escuela Sarmiento, de La Paz 45, donde se debatía sobre “Anticoncepción y Aborto”. Hasta allí llegaron unos cien hombres, que llevaban enormes crucifijos, a arrancar carteles y gritar lindezas como “putas” a las participantes del Encuentro. Faltaban 15 minutos para las 11 de la mañana, y unos 10 o 15 de esos muchachos ingresaron por la fuerza en la escuela, cuando es tradición del Encuentro que esté prohibida la presencia masculina. Rompieron vidrios y adujeron que sacarían a las mujeres católicas que estaban siendo agredidas en las comisiones. Incluso llegaron a tirar gas pimienta, además de empujar, pegar patadas y puñetes. Al punto que tres integrantes de la comisión organizadora sufrieron lesiones, y una debió ser hospitalizada. La enorme batahola terminó con la expulsión de las católicas y la llegada en masa al lugar de militantes de las agrupaciones de izquierda.
También llegaron los abogados de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Marcelo Boeykens y José Iparraguirre, quienes denunciaron la inacción policial. Incluso, a Boeykens, un oficial que se identificó como el jefe de la Departamental, de apellido Lazari, le pegó en la cara. “La situación fue muy tensa. Gente de la Iglesia Católica quería impedir que funcionara el taller. Era una patota de unos cien tipos que quisieron irrumpir, mientras la policía mostraba una pasividad total”, explicó Boeykens.
La manifestación de activistas –jóvenes en abrumadora mayoría– de partidos de izquierda que comenzó frente al colegio derivó en una asamblea al mediodía, en la plaza 1º de Mayo, en la que ese sector decidió impulsar un plan de lucha nacional para obtener la legalización del aborto, y una marcha para el 20 de octubre.
Tras lo sucedido, la comisión organizadora deslindó responsabilidades. “Aprovechamos la ocasión para denunciar y repudiar el violento accionar de sectores vinculados con la Iglesia Católica que irrumpieron agresivamente en la escuela Sarmiento”, dice un comunicado emitido ayer al mediodía, que afirma también: “Queremos hacer público nuestro rechazo al accionar de ciertos sectores que están dentro del Encuentro, pero que no participan del mismo sino que tratan sistemáticamente de romperlo, ocasionando incidentes, dañando edificios públicos e impulsando comportamientos que nada tienen que ver con la esencia del Encuentro. Estas acciones no favorecen al Encuentro sino que le juegan en contra y perjudican a las compañeras que viajaron cientos de kilómetros hasta Paraná para formar parte de esta experiencia”.
El conflicto en la escuela Sarmiento siguió por la tarde. Activistas de Pan y Rosas expulsaron nuevamente a las activistas católicas, al grito de: “Fuera la Iglesia del Encuentro”. Las echadas se quedaron en la vereda contraria, rumiando bronca y buscando cámaras para expresar su opinión. Una de ellas les gritó: “Se van a quedar sin sus Encuentros”.
Pocos metros más adelante, sentadas en la ventana de un almacén sobre la vereda contraria, dos chicas se quejaban. Analía y Mariela contaron que era su primer Encuentro, y después de los episodios vividos estaban decididas a no volver.
Espacio masivo, con miles de mujeres –este año se calcularon entre 25 y 30 mil– movilizadas, el Encuentro es un lugar privilegiado por muchos partidos, grupos autogestivos y organizaciones para hacerse visibles, así como impulsar sus políticas de género. Y además es una oportunidad única de miles de mujeres para encontrarse, compartir experiencias, hacerse visibles, escuchar a otras.
Al mediodía, la plaza 1º de Mayo era un vergel de iniciativas y propuestas. Por un lado podía verse la Rayuela del Placer, un espacio lúdico. En todos los rincones de la plaza, muchas estaban sentadas, en sus grupos, tomando mate y charlando. Al mismo tiempo se desarrollaba el panel de feministas latinoamericanas, programado y difundido previamente, del que participaron activistas como Rocío Claro, de la Asamblea de Mujeres por la Paz, de Colombia; y Karla Lara, de Feministas en Resistencia, Honduras. Allí cantó Karla una canción que definió como un manifiesto. Habían abierto y cerrado Condenadas al Exito, un grupo de mujeres que hace canciones militantes, con letras tales como “Yo era una de esas que obedecía, no decía nada”, al ritmo de “La Bamba”.
“Estoy contenta, se pudo avanzar muchísimo en el debate del taller”, se decían entre amigas, las dos participantes del Taller de Estrategias por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Por allí iban feministas lesbianas con la leyenda “Yo soy Natalia Gaitán”, en relación con la lesbiana cordobesa asesinada por el padrastro de su novia, el 6 de marzo pasado. Cada una puso su propia consigna, su propia identidad, en juego en su atuendo. “Revolución en la calle, en la casa y en la cama”, decían algunas remeras.
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