EL PAíS • SUBNOTA
Víctor Heredia, cantautor: “María Elena Walsh nos ha provisto de una escalera para subir a la sensibilidad de los niños. Era maravillosa. Siempre tuvo un punto de vista crítico. Tenía una gran originalidad para crear metáforas y demostró una independencia personal. Por eso, era una ciudadana ejemplar: no se calló nada, dijo todo lo que tenía que decir. Y eso habla de su gran valentía. Yo tuve el privilegio de cantar algunas de sus canciones. Una cosa que admiré de ella fue que siempre resguardó su intimidad. Será recordada como lo que fue: una intelectual fundamental”.
Sandra Mihanovich, cantante: “Lo que más me gustaba de María Elena era que en el mundo de sus canciones infantiles no había buenos y malos, no había villanos. Había gente con diferentes características. Cada personaje tenía su identidad, su historia y su moraleja. Allí, todo lo que se relataba era bello y se relacionaba con todo lo que nos ocurre a los seres humanos. Por suerte, sus canciones quedan para siempre”.
Griselda Gambaro, novelista y dramaturga: “Me queda el mejor de los recuerdos. Era una persona encantadora. Siempre admiré sus canciones, su frescura, su gran imaginación y sobre todo el desfasaje de lo común: el pájaro que nadaba y el pez que volaba son figuras hermosas. Su obra tiene un significado muy especial para mí porque bailaba y cantaba sus canciones junto a mis hijos. También me gustaba su humor ácido, que afloraba en las reuniones. Era una mujer muy graciosa”.
Susana Rinaldi, cantante: “Su muerte es como un golpe a la cabeza. ¡Cuántas generaciones ha formado María Elena con una percepción de la sociedad que pocas veces se tiene! Era una intelectual de verdad. Una persona íntegra desde todo punto de vista. No necesitaba alardear. La canción que más me llega es Postal de guerra. Gracias a María Elena, entraron por primera vez a la televisión las Madres de Plaza de Mayo. Fue excomulgada de la sociedad por sus opiniones, era una bocanada de aire fresco escucharla”.
Luis María Pescetti, escritor, músico y cantante: “Querida María Elena Walsh. Que encuentres la paz del mundo y tus seres queridos, y aire vibrando, luz, poesía. Campos de abrazos, flores. Que no tengas miedo, que viajes segura, que tengas mucho aire en los pulmones, que no te duelan los huesos, que haya música, y que sonrías”. (Texto extraído de su blog.)
Jorge Coscia, secretario de Cultura de la Nación: “Walsh es un símbolo de la transición de la democracia, al que el país entero, y muy especialmente el niño-adulto que anida en nosotros, despide con inmenso dolor. Con la canción ‘Como la cigarra’ o poemas como ‘Eva’ esa Madrecita de los Desamparados metaforizó como pocos la capacidad de resistencia del pueblo argentino a las dictaduras. Demostró en cada una de sus obras la sensibilidad y el oído atento que sólo los grandes poetas populares tienen. Su talento musical, al que sabía acompañar con trabajo metódico, acercó a miles de niños y jóvenes a un primer contacto con el mundo de la música, a partir del cual ya no serían los mismos. Trabajó, como ella misma lo dijo, para hacer felices a otros”.
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