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Lavagna busca “desfondomonetizar” las negociaciones con Washington
Después de haber cerrado el (modesto) acuerdo con el Fondo Monetario, la misión del ministro en Washington es una cuestión de marketing: explicar al gobierno norteamericano y a los inversores que la Argentina está en condiciones de salir del pozo.
El ministro Roberto Lavagna viajó a Estados Unidos para “desfondomonetizar” la relación con el gobierno norteamericano y los inversores privados. Después de haber logrado un (modesto) acuerdo con el Fondo, su misión en Washington es más que nada una cuestión de marketing: explicar su visión sobre las mejoras en la economía argentina, sin la presión de verse acosado por las preguntas sobre las traumáticas negociaciones con el organismo. “Ya no estamos negociando nada, lo que hay que hacer es mejorar la percepción (sobre la Argentina), especialmente en algunos de los organismos multilaterales, y darle un margen de maniobra mayor a la próxima administración”, afirmó Lavagna, después de reunirse con funcionarios clave en el FMI, el Banco Mundial, el Tesoro y el Departamento de Estado. Esta vez, las preguntas que llovieron sobre el ministro se refieren a la renegociación de la deuda externa.
Lavagna tuvo ayer una maratónica agenda en Washington. Primero, se reunió con David de Ferranti, vicepresidente del Banco Mundial. Luego le tocó el turno a Anoop Singh (con quien ya había cenado el miércoles) y la inflexible número dos del Fondo, Anne Krueger. Más tarde, se entrevistó con el flamante secretario del Tesoro, John Snow. Por si no fuera suficiente, el ministro se hizo tiempo para reunirse también con Alan Larson, subsecretario de Asuntos Económicos del Departamento de Estado; y un grupo de directores del FMI. Ya por la noche, Lavagna y el embajador Eduardo Amadeo ofrecieron una recepción en la embajada argentina con tres invitados especiales: Otto Reich, actualmente asesor de Bush, John Maisto y Nancy Lee, dos funcionarios claves, en la Casa Blanca y el Tesoro, para moldear la visión que el gobierno norteamericano tiene del caso argentino.
“El mensaje básico es que hay que preparar el camino para la nueva administración modificando algunas de las percepciones erróneas que había hasta ahora; el mismo mensaje fue esta mañana con Krueger y anoche (por el miércoles) con Singh y será mañana (por hoy) en el almuerzo con (Horst) Koehler”, dijo Lavagna, al salir de la reunión con Alan Larson. Justamente, hoy está agendada, además de la reunión con el titular del FMI, una conferencia en la Cámara de Comercio norteamericana, que nuclea a las mayores empresas del país, y un encuentro con el presidente del BID, Enrique Iglesias.
Tanto en sus reuniones en el Banco Mundial como en el BID, el ministro buscaría agilizar el desembolso de los créditos que ambas instituciones se habrían comprometido a girar, para compensar los pagos que efectuó el Gobierno con las reservas los días previos al acuerdo con el Fondo Monetario.
Sea como fuere, está claro que el objetivo del viaje de Lavagna es, como él mismo lo explicó, intentar cambiar la imagen negativa que existe en Washington sobre la situación argentina y sus chances de recuperación. De paso, además, el ministro también pretende crear un vínculo directo con el gobierno norteamericano, de modo tal de no tener que pasar siempre por la ventanilla que atienden los dogmáticos burócratas del FMI, comandados por Koehler y Krueger. Así, buscó sumar puntos con el secretario del Tesoro, John Snow, al comunicarle que “la Argentina va a usar la última metodología que existe a nivel internacional en materia de lavado de dinero y lucha contra el terrorismo”, algo que hasta ahora han instrumentado muy pocos países. Como parte de su campaña de marketing, Lavagna se entrevistó con periodistas de los principales medios económicos (Financial Times, The Economist, Wall Street Journal, etc.) y las preguntas apuntaron todas en el mismo sentido: cómo va a ser el proceso de reestructuración de la deuda, y cuándo empezará la negociación concreta con los acreedores. El ministro sólo respondió generalidades. Pero dejó en claro que, como lo reflejó el FT en su edición de ayer, quien “invirtió” en bonos de la deuda argentina tomó una decisión errada. Y que, por lo tanto, deberá aceptar las pérdidas.
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