EL PAíS • SUBNOTA
En casa de los abuelos, nunca pidió ver a los Lavallén. No quiso verlos. Una vez, un juez la obligó a sentarse nuevamente frente a ellos. Paula le preguntó a él qué había hecho con sus padres. Lavallén le dijo: “¡Cómo! ¡Yo soy tu padre!”. Le gritó a su apropiadora por qué la había engañado. La mujer no respondió, dio media vuelta y se fue llorando.
En Banfield, recuperó el modo normal de crecimiento. No tuvo más pesadillas.
En la audiencia no habló de Noble Herrera, pero les envió un mensaje. “Como nos arrancaron a nosotros de nuestras familias, ahora hay una obligación del Estado de ocuparse de cada uno porque podés querer a tu familia de crianza pero vos también tenés que saber que tenés tus padres y que no te abandonaron.”
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