Mié 25.05.2011

EL PAíS • SUBNOTA  › ABRE EL MUSEO DE LA ADUANA TAYLOR

Historia para ver

› Por Eduardo Videla

Los arcos de ladrillos y argamasa, con un siglo y medio de historia a cuestas, podrán ser recorridos por el público por primera vez a partir de hoy. Pertenecen a la Aduana Taylor, construida en 1855 junto al fuerte de la ciudad, donde luego se emplazó la Casa Rosada. En un extremo se une con el único vestigio que quedó del antiguo fuerte, el extremo sudeste de ese polígono que forma parte de la historia fundacional de Buenos Aires. Ayer, la Presidenta inauguró allí el Museo del Bicentenario, donde también está emplazado el célebre mural de David Alfaro Siqueiros, que también podrá ser visto por primera vez por el público, en pacientes visitas de cuatro personas por turno.

Demolida y enterrada para construir Puerto Madero, cuatro décadas después de su construcción, la Aduana fue descubierta en la década del ’80 tras una excavación de la parte posterior de la Casa de Gobierno. Los arcos son parte de la planta baja del edificio, lo único que queda de esa construcción que en su origen estaba emplazada sobre la playa, a metros del río, alejado luego por sucesivos rellenos. Lo que fue el patio de maniobras quedó al aire libre, como un pozo al que se pudo acceder durante un tiempo hasta que cayó en el abandono. Ahora está protegido por una estructura metálica, con un techo de varias capas de vidrio que permite el ingreso de la luz del sol, y con abundante iluminación artificial.

No está a la vista el enorme equipo que permite mantener seco ese amplio salón, que hasta no hace mucho estuvo inundado y cuyas paredes soportaban una humedad del 94 por ciento, según explicó a Página/12 el director del museo, Juan José Ganduglia. Un complejo sistema instalado bajo el piso, además, absorbe la napa de agua que, conectada con el río, hacía estragos en los gruesos muros de ladrillo.

También están cubiertos con vidrios sectores del piso donde se exhiben, sin riesgos de erosión, resabios del patio original, cimientos y hasta las plataformas de hierro y madera que servían para el transporte de las mercaderías recién desembarcadas y listas para el transporte en ferrocarril. Todo es el producto de una obra iniciada en 2008.

El rincón más antiguo del museo es el único sector que se pudo recuperar del antiguo fuerte: fue construido alrededor de 1730. Como todo el museo está bajo el nivel de la calle, los vestigios de la fortaleza se ubican justo debajo del la puerta del Ministerio de Economía. Allí se restauró una tronera donde está emplazado un cañón, que apunta hacia el río, aunque ningún proyectil hubiera llegado hasta los barcos que no se acercaban a la costa por la baja cota del río, según explica Raúl Fast, museógrafo de la Casa de Gobierno.

La estrella del Museo del Bicentenario es la cúpula, semioculta por una gigantografía de Siqueiros, en cuyo interior está el mural recuperado y restaurado del artista mexicano. Allí se podrá entrar en grupos de cuatro visitantes, que deberán calzarse obligatorios zapatos de tela, como los de cirugía, para preservar las pinturas del piso.

También por primera vez puede verse el único retrato oficial de Juan Domingo Perón y Evita, como presidente y primera dama. No es una foto sino una pintura de cuerpo entero, obra del artista plástico franco argentino Numa Ayrinhac en 1947. “Esta es una de las tres copias que hizo Ayrinhac, la única que sobrevivió. Una fue quemada después del golpe de 1955, un hecho que se puede ver en uno de los documentales que se exhiben en el museo”, comenta Ganduglia. “Esta copia –agrega–, fue cortada del marco y guardada por una persona cuya identidad no conocemos, fue guardada y puesta a remate en 1994 y comprada por el Poder Ejecutivo.”

También se pueden ver en el museo los carruajes que utilizaron los presidentes Julio Roca, José Evaristo Uriburu e Hipólito Yrigoyen, a los que se agrega una coupé Justicialista, con motor DKW, de dos tiempos. Es imperdible el mueble-escritorio plegable, que data de 1865 y que perteneció a Domingo Faustino Sarmiento, con decenas de cajoncitos “que él cerraba con llave y embarcaba en cada uno de sus viajes”, detalla Faust.

El Museo del Bicentenario abrirá hoy, por primera vez, sus puertas al público. Podrá visitarse, con entrada libre, de lunes a viernes de 10 a 18 y los domingos a partir de las 14.

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