EL PAíS • SUBNOTA › VERóNICA SCHOJ, UNA MILITANTE ANTITABACO
› Por Mariana Carbajal
“Es un día histórico”, celebra en un bar cercano al Congreso la médica de familia Verónica Schoj. Hace un par de horas la Cámara de Diputados acaba de dar sanción a la Ley Antitabaco, más de medio siglo después de la presentación del primer proyecto, allá por la década del ’50. Está emocionada. Hace casi una década que Schoj venía impulsando –-como activista– la sanción de la norma, desde la Fundación Interamericana del Corazón y como coordinadora de la Alianza Libre de Humo Argentina (Aliar), que integran más de un centenar de entidades del país preocupadas por bajar el impacto del cigarrillo en la salud de la población. Pronto, augura la especialista encargada del Programa de Control del Tabaco del Hospital Italiano, se verán los beneficios de la ley. “En un año habrá unos 4000 infartos menos. Lo que significa que se registrarán menos muertes por esa causa, además del ahorro en los costos sanitarios enormes que demanda su atención. Con espacios ciento por ciento libres de humos la gente fuma un tercio menos, se enferma menos, sufre menos catarros y otras afecciones respiratorias y se reduce el ausentismo laboral notablemente”, señaló en una entrevista de Página/12.
–¿Cómo evalúa la aprobación de la ley?
–Es un día histórico, porque la votación fue casi unánime y, además, el debate se llevó adelante con madurez y profundidad, lo que muestra la conciencia social generalizada que hay en torno del tema, producto de una construcción colectiva de décadas. Hasta los diputados de provincias tabacaleras, como Salta y Jujuy, exhibieron argumentos a favor. Los legisladores, de sectores heterogéneos políticos y geográficos, destacaron en sus discursos la importancia sanitaria, social y económica de la ley para controlar la epidemia de tabaco. Todos reconocieron el atraso de la Argentina en este tema.
–¿Por qué se demoró tanto la sanción?
–El primer proyecto se presentó en la década del 50. Y desfilaron por el Congreso más de cincuenta iniciativas. En 1992 se sancionó la ley que impulsó el diputado (radical) Aldo Neri, pero el entonces presidente Carlos Menem la vetó dos semanas después por presiones de las empresas tabacaleras. Esas presiones, y el lobby que hicieron, están documentados en informes internos de las compañías (que tuvieron que hacer públicos a partir de un juicio en los Estados Unidos, sobre los que oportunamente informó Página/12).
–¿Por qué es importante esta ley?
–Incluye tres medidas fundamentales: establece que los ambientes cerrados de acceso público y los lugares laborales tienen que ser ciento por ciento libres de humo. Nueve provincias y la Ciudad de Buenos Aires ya tienen normas de este estilo, pero el 50 por ciento de la población vive todavía en sitios donde no rige, entre ellos los habitantes de la provincia de Buenos Aires. En Latinoamérica hay 8 países con espacios ciento por ciento libres de humo.
–¿Cuáles son los otros dos puntos destacables de la norma?
–Obliga a incluir advertencias sanitarias en los paquetes, con imágenes y texto. Hay 12 países de la región que tienen esta imposición, entre ellos Uruguay, Chile, Brasil, México y Paraguay. Las advertencias apuntarán a daños concretos y documentados científicamente como el hecho de que el fumar provoca cáncer e impotencia sexual, por ejemplo. Está demostrado que esas advertencias tienen un impacto muy significativo en concientizar a los fumadores sobre el riesgo del tabaco y que aumentan los intentos de dejar de fumar. Además, los paquetes llevarán el 0800 del Ministerio de Salud de la Nación para dejar de fumar. Es decir, además de las advertencias, el mismo paquete dará una herramienta donde le pueden brindar ayuda.
–¿Funciona bien el 0800-222-1002?
–Sí. Operadores especialmente capacitados dan asesoramiento o derivan a la persona al centro más cercano a su domicilio, público o privado.
–¿Qué otros impactos puede tener la ley?
–En Brasil tienen desde 2001 advertencias sanitarias en los paquetes y además impulsaron el aumento del precio del tabaco. Con esas medidas bajaron la prevalencia de fumadores a la mitad en 20 años. Uruguay la redujo en los últimos cinco años un 10 por ciento. Ambos países tenían los mismos niveles de fumadores que la Argentina antes de la aprobación de sus leyes. Se calcula que en un año en el país habrá unos 4000 infartos.
–¿Cómo llega a esa estimación?
–Ese dato surge de un estudio que se hizo en la provincia de Santa Fe al año de la vigencia de su ley antitabaco, donde se registró una reducción de un 26 por ciento de las internaciones hospitalarias por infarto de miocardio. En la Ciudad de Buenos Aires, donde había una ley que permitía espacios para fumadores y para no fumadores, es decir, no fijaba espacios ciento por ciento libre de humo, no se encontró esa disminución. Se reducirán las muertes. Un tercio de las personas que se infartan mueren. Y habrá un ahorro de los costos sanitarios enormes que demanda su atención. Sin mencionar cómo mejora la calidad de vida a partir de la disminución de síntomas respiratorios. Está probado que con espacios ciento por ciento libres de humo los fumadores fuman un tercio menos. El impacto está dado también por la protección del humo del tabaco ajeno. En Neuquén, se midió que en los mozos se redujo el 60 por ciento de los cuadros de tos y catarro, a sólo dos meses de entrada en vigencia de la ley en esa provincia. Los fumadores fuman menos, los no fumadores se ahorran la enfermedad. Tiene un impacto sobre el inicio y a mucho más largo plazo en la reducción del cáncer de pulmón y otros tipos.
–La ley no contempla el aumento del precio de los cigarrillos. Era un reclamo de Aliar.
–Tanto en Uruguay como en Brasil no se incluyó en la misma ley. Ese aspecto vuelve intratable el proyecto. Es muy difícil lograr consenso. Es un tema a debatir en el futuro.
–¿Y cuál es el tercer aspecto de la ley?
–El tercer gran punto es una restricción muy amplia de publicidad de cigarrillos. Sólo podrá estar presente en el interior de los puntos de venta y a través de Internet a mayores de 18 años previa autorización del destinatario. Es decir, no más en la promoción de eventos culturales ni deportivos ni en merchandising como remeras o encendedores, ni en carteles luminosos en discos, que eran las estrategias que estaban teniendo las tabacaleras. Lo óptimo sería que también se prohibiera la publicidad por Internet, pero se necesitó negociar este punto para arribar a un consenso.
–¿Qué porcentaje de la población fuma en el país?
–Alrededor de un tercio de entre 18 y 64 años, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud.
–Pero hay fumadores más jóvenes, claro. ¿A qué edad se empieza a fumar?
–A los 12 años. Los datos recientes indican que entre los 13 y los 15 años hay un 10 por ciento más de mujeres que de varones que fuman en la Argentina.
–¿Es una tendencia mundial la feminización de la adicción al tabaco?
–Sí. Las mujeres son el foco de las campañas publicitarias de la industria tabacalera desde hace varias décadas. Son el mercado a conquistar. Por eso es tan importante también esta ley, porque reduce la inequidad de género. Y otras inequidades. Está probado que las personas más pobres fuman más y están más expuestas al humo de tabaco ajeno que las de mayores ingresos. Esta ley contribuye a achicar esa brecha.
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