EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
El arzobispo de San Juan, Alfonso Delgado, miembro de la Prelatura del Opus Dei, fue el primer eclesiástico en aludir a la causa judicial que enfrenta a Hebe de Bonafini y los hermanos Schoklender. Lo hizo con una extensa homilía construida a partir de un salmo sobre la reconstrucción de Jerusalén, según el cual “si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas”. Delgado dijo que “se construye sobre arena movediza cuando permitimos que avance la corrupción –que pagamos entre todos, especialmente los más vulnerables–, a la que podemos sumar la inflación que es el impuesto al más pobre. Junto con la droga, son los graves flagelos de varios países latinoamericanos, incluido el nuestro. Pero en nuestro caso además con el condimento de yates, aviones y ferraris a costa del sudor de todos, hiriendo sentimientos muy dolorosos del pueblo argentino”. Agregó que hablaba “con inmenso dolor como familiar como hermano de una de las víctimas de un tiempo muy oscuro de nuestra Patria. Aquí en San Juan también hay víctimas y familiares de ese tiempo oscuro. Merecemos más respeto”. El familiar al que se refiere es Peter Delgado, uno de sus ocho hermanos, detenido-desaparecido el 24 de junio de 1976. Peter provenía de la militancia socialcristiana e ingresó a Montoneros. Tenía una gestoría en el centro de Rosario, donde escondía el archivo montonero de la zona. Todos los días hablaba con un linyera que mendigaba en la puerta. En el invierno de 1976 lo hizo entrar para que no durmiera en la calle. Era un policía infiltrado que lo estaba investigando. Los compañeros de militancia sostienen que el hermano sacerdote no hizo ninguna gestión para encontrar a Peter cuando lo desaparecieron. En su homilía, Delgado también dijo que “vigilamos la ciudad cuando velamos por la plena vigencia de todos los derechos humanos y de todos los seres humanos: el derecho a una vida digna, el derecho a toda vida, del no nacido y del ya nacido, sin promover la eliminación de ninguno, ni porque todavía está en el seno materno, ni por la droga, ni porque es indigente, ni porque ya es viejo y no produce”. El origen de obispo es episcopus, que en griego quería decir vigilante.
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