- Piropo. “Soy una mujer..”, arrancó una frase Cristina Kirchner promediando su discurso. “¡Hermosa!”, le gritó un joven desde abajo. “Gracias, querido, pero soy una mujer de 58 años”, completó ella. No fue el único contrapunto con la tribuna. En otro momento, la Presidenta habló de los números “impresionantes” del escrutinio. “¿Cuánto?”, preguntaron varias voces del público, sin información de votos dentro de las cuatro paredes del hotel. “Acá Randazzo me hace unas señas, no sé qué me quiere decir. Pero estamos esperando que agreguen a nuestra querida provincia de Buenos Aires”, dijo la Presidenta, que no quiso dar números a esa hora.

- VIPs. Había dos categorías para los invitados especiales. La dupla Scioli-Mariotto, los funcionarios y algunos dirigentes iban derecho al piso 18 del Hotel Intercontinental, donde tenían destinados unos saloncitos con lunch, a la espera de la llegada de la Presidenta. Otros tenían asignados un salón VIP al lado mismo del escenario, en el segundo subsuelo del hotel. El problema de este segundo salón es que, ante la cantidad de aspirantes a ingresar, los custodios se pusieron superestrictos para quienes no tuvieran la correspondiente pulsera dorada o una invitación de cartón. El requisito generó situaciones insólitas como que el diputado Edgardo Depetri o el legislador Aníbal Ibarra tuvieran que comerse un largo y tenso plantón hasta que alguien de adentro les consiguiera el salvoconducto para que pudieran ingresar.

- Espera. El lunch del bunker recibió elogios. Hubo fiambres, sandwiches, empanadas, algunos platos calientes, jugos y gaseosas. La espera estuvo matizada por la proyección de los spots de la campaña del Frente para la Victoria. El más aplaudido por los militantes, por lejos, fue el que recuerda a Néstor Kirchner, “La fuerza de él”.