El principal accionista de Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, y su director, Federico Nicholson, enviaron sus respectivos descargos por la mención del último domingo en la nota “Disciplinamiento”. El de Blaquier es curioso: primero dice que el artículo incluye información que “sólo debería disponer –y resguardar– la AFIP y la autoridad monetaria nacional”. Pero luego alega que mis afirmaciones “son falsas”. Si fueran falsas no se entiende qué debería resguardar la AFIP y si ésa fuera la fuente, no serían falsas. La contradicción se explica por la argucia que sigue: la nota de Ledesma dice que ni Blaquier ni sus hijos ni un directivo de la empresa “compraron dólares con un crédito del Bicentenario, ni existe ninguna documentación que pruebe tal cosa”. El crédito, por nueve millones de dólares, “aún no fue desembolsado por el Banco de la Nación” y se destinará a la construcción de un frigorífico porcino en Las Heras, provincia de Buenos Aires, “que demandará una inversión genuina de 27 millones de dólares y generará empleo a 300 trabajadores”. Fue solicitado por Carnes Porcinas Seleccionadas SA, empresa controlada por Pacuca SA, propiedad de Blaquier. Pasado en limpio: el Señor del Apagón solicitó un crédito por nueve millones de dólares y luego compró once millones de dólares, en una de las primeras operaciones de la corrida que el gobierno pudo sofocar al cabo de un mes y al costo de miles de millones de reservas, tal como se informó aquí. Por supuesto que existe la documentación. Esos préstamos no se dan en forma anónima, como tampoco se escriben en el agua las transacciones cambiarias. A nombre de qué empresa se realizó cada operación y cuándo desembolsará el préstamo el Banco Nación es por completo irrelevante, dado el carácter fungible del dinero y la identidad del accionista principal de todas las firmas involucradas. Por su parte, Nicholson envió copia de su discurso del año pasado en la conferencia industrial, para demostrar que no sólo fue “uno de los críticos más severos de la excesiva intervención estatal” sino que también objetó la postura de “los que creen que el mercado alcanza para la mejor asignación de recursos”. Tiene razón.