Entrampada en las pujas políticas preelectorales que fueron desembocando en su despacho en los últimos meses, la jueza electoral María Romilda Servini de Cubría –designada en el fuero federal por el ex presidente Carlos Menem en 1990– alternó resoluciones a favor de unos y otros precandidatos presidenciales.
En enero, durante la feria judicial, la magistrada trabajó a lo loco. En la interna radical, ante el escándalo de fraude, terminó dándole la razón a Leopoldo Moreau y desairando a Rodolfo Terragno, al decidir que debía repetirse la votación no sólo en Formosa, como había dispuesto la junta partidaria, sino también en Chaco y San Juan. Dos días después de firmar ese fallo, confeccionó y rubricó otro que resultaba un revés para Eduardo Duhalde: dictó una medida cautelar solicitada por Menem y obligó al PJ a hacer elecciones internas al prohibir que el Congreso Justicialista, que se realizaría al día siguiente, designara candidatos a presidente y vicepresidente e incorporara el sistema de neolemas o cualquier otro que no estuviera previsto en las leyes vigentes.
La cumbre justicialista que se hizo en Lanús –controlada por el duhaldismo– resolvió que los candidatos irían por carriles separados y Duhalde puso fecha para que los comicios se celebraran el 27 de abril. Pero como la maquinaria judicial continuaba, el Presidente insistió en hacer gestiones ante Servini pidiéndole que garantizara la fecha establecida por decreto. “No sentí ninguna presión”, acotó la magistrada al finalizar la visita presidencial.
La jueza finalmente convalidó, como esperaba el Gobierno, que se saltearan las internas y se presentaran tres candidatos con alianzas propias. Por otro lado, rechazó los planteos que cuestionaban la convocatoria a votar para el 27 de abril, que finalmente terminó ratificada por la Cámara Electoral. Ayer se metió con las elecciones porteñas y le dio la espalda al jefe de gobierno Aníbal Ibarra ante el reclamo de un apoderado del peronismo sumariado por falsificación de partidas de defunción.