EL PAíS • SUBNOTA
Aunque la licencia médica que se tomó Cristina Fernández de Kirchner a causa del tumor que le detectaron y que concluyó ayer fue por 20 días, la proximidad de la intervención quirúrgica con el fin de año, que la Presidenta pasó en Santa Cruz rodeada de su familia y amigos, estiraron a veintisiete los días desde la última vez que apareció en público. No hubo sobresaltos en el interinato que encabezó el vicepresidente Amado Boudou, y el escenario que espera a CFK no es muy distinto del que dejó a fines de diciembre. Desde el primer día en su despacho improvisado en el Banco Nación, frente a la Casa Rosada (el que le corresponde al vice está en refacciones porque no fue utilizado por su antecesor, Julio Cobos), Boudou estuvo en permanente contacto con la mandataria y un grupo de funcionarios que lo ayudaron en su interinato, principalmente el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini; el de Presidencia, Oscar Parrilli, y el de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, y el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina. El perfil bajo que le impuso a su figura en estos días sólo lo alteró en dos ocasiones: la primera de ellas, cuando salió al cruce del premier británico David Cameron, que había acusado a la Argentina de colonialismo. “Es un exabrupto torpe, ignorante”, respondió el vice. Y la segunda, el lunes, en su último acto a cargo del Poder Ejecutivo, cuando apuntó contra los monopolios y pidió “que no sean unos pocos los que se quedan con el esfuerzo de todos”.
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