Las tierras donde el Grupo IRSA busca construir el nuevo Puerto Madero comenzaron su periplo cuando el gobierno de Arturo Illia se las cedió al Club Boca Juniors para que construyera un estadio que nunca se hizo. Para que pasaran a manos privadas se necesitó una ley hecha a medida, que impulsaron José Luis Manzano y César Jaroslavsky en 1991. La compró un grupo inversor llamado Santa María del Plata. Las 72 hectáreas de la ex Ciudad Deportiva de La Boca se volvieron a vender una madrugada de julio de 1997 al Grupo IRSA. El precio: 51,5 millones de dólares. Diseñaron para ese lugar un barrio de lujo, con oficinas, comercios, restaurantes y viviendas. El jefe de Gobierno Jorge Telerman autorizó por decreto que se iniciaran las obras, pero el juez Guillermo Treacy frenó la iniciativa, porque faltaba que pasara por la Legislatura porteña, dado que incluye cambios en la zonificación. Actualmente no se pueden construir edificios de más de 12 metros de altura. El proyecto contempla torres de 50 pisos, es decir, 160 metros de altura. La gestión PRO elaboró un proyecto para hacerlo pasar por la Legislatura. Llevaba la firma del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Quiso darle un “tratamiento express”, pero en lugar de eso logró que se empantanara la discusión por años, dado que no consiguen los votos. Las principales preocupaciones por el proyecto son el impacto ambiental que tendrá en la Reserva Ecológica y la posibilidad de que desalojen la Villa Rodrigo Bueno. La semana pasada, la comisión de Planeamiento de la Legislatura se reunió a tratar el proyecto de IRSA. La legisladora macrista Karina Spalla dijo que estaba en condiciones de anunciar que el gobierno porteño estaba dispuesto a revisar el convenio que tenía con la empresa, en vistas de que no había logrado que le aprobaran la rezonificación en la Legislatura. Los detalles del nuevo convenio quedan por verse.