EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
Una de las razones para la desconfianza del FAP y la UCR es la posible supresión del límite reeleccionario para el Poder Ejecutivo. Si CFK no pudiera aspirar a un tercer mandato, el kirchnerismo debería seleccionar un candidato que asegurara la continuidad de las políticas en ejecución. Tal vez por eso algunos voceros oficiosos del gobierno se apresuraron a señalar que la hipotética proyección a ese nivel del gobernador bonaerense Daniel Scioli constituiría la liquidación de ese proyecto y la recuperación de protagonismo por parte de los poderes fácticos que hoy rumian su disgusto. Scioli tiene una meta clara: 2015. Su principal problema es que faltan tres años y medio y carece de otra política intermedia que no sea exaltar cada día con mayor intensidad su lealtad a Cristina. Esto lo va conduciendo hacia un embudo sin retorno. La visita que Scioli hizo al intendente de Tigre, Sergio Massa, quien aspira a sucederlo en la gobernación, apunta a consolidar un eje no kirchnerista, con la ambición de recoger heridos no en la clásica ambulancia de los vencidos sino en un prepotente camión recolector. Ese fue también el sentido del acto realizado en Los Toldos para presentar la flamante agrupación Juan Domingo, con un documento según el cual “en un mundo que cambia permanentemente sólo el peronismo ha demostrado que puede recrearse a sí mismo”. Buena táctica, siempre que el peronismo la hubiera acompañado. Pero aparte de los ministros del gobierno y los miembros de la familia Scioli sólo asistieron siete senadores (Baldomero Alvarez, Osvaldo Goycochea, Nora de Lucía, Alberto De Fazio, Marcelo Carignani, María Ecohsor de Acuña y Ricardo Bozzani), seis diputados (Alicia March, Jorge Scipioni, Guido Lorenzino, Martín Cosentino, Iván Budassi y Gustavo Iriart) y apenas trece intendentes: los de Saavedra, Colón, Trenque Lauquen, Benito Juárez, Guaminí, Capitán Sarmiento, Tres Lomas, Exaltación, Baradero, Lavalle, Roque Pérez, Salto y Pinamar. Entre esos trece distritos reúnen apenas 100.000 electores, de los 11.150.000 de la provincia. Como símbolo de su confusión, en vez de la Marcha de Los Muchachos Peronistas escucharon “No llores por mí, Argentina”, la canción de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice para el musical antiperonista Evita. En cambio, el vicegobernador Gabriel Mariotto y los líderes kirchneristas en la Legislatura José Ottavis, Juan de Jesús y Cristina Fioramonti acompañaron a Olivos para un encuentro con Cristina en la noche del jueves a los intendentes de General Rodríguez, General San Martín, José C. Paz, Navarro, Arrecifes, Avellaneda, Berazategui, Cañuelas, Lanús, Presidente Perón, Chacabuco, Chivilcoy, Pehuajó, Balcarce, Partido de la Costa, Bahía Blanca, Monte Hermoso, Azul y Tapalqué. Esos 19 distritos tienen un padrón de 2,5 millones de electores. Este primer encuentro, que se repetirá con los jefes comunales del resto de la provincia delimita los campos. El acto de Lobos fue así un certificado de defunción del sciolismo, firmado por su médico de cabecera Alberto Pérez. Ayer, el gobernador llegó a decir que apoyaría la reelección presidencial y no enfrentaría a Cristina, lo mismo que le respondió a Néstor Kirchner pocos días antes de su muerte, cuando el ex presidente le planteó que si quería ser candidato lo enfrentara en las primarias. Nadie podría impedir que Scioli fuera candidato en 2015, pero si lo intentara debería ser con otros colores que los del Frente para la Victoria. Antes de 2015 hay una estación previa y en ella tendrá la posibilidad de apearse con decoro, encabezando con su declamada lealtad la lista de candidatos del oficialismo a diputados nacionales.
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